La ciudad

La planta de agua no figura en la agenda política de oficialismo y oposición

La siguiente es una nota de opinión escrita por Carlos Madera Murgui y publicada en http://testigosdeprivilegio.blogspot.com/

Existe una ausencia en el coraje que requiere la iniciativa política

Hace más de cincuenta años, donde hoy se emplaza la municipalidad en la céntrica avenida Alvaro Ricardo Fuertes, existía la emblemática plaza de ejercicios físicos, lugar de encuentro para niños y niñas y no tanto, adolescencias más largas que ahora en cuanto a hábitos, sitio de recreo con hamacas, pasa manos, tobogán, cancha de básquet , sube y baja. Existía allí y creo, no recuerdo bien, en la plaza también, una especie de torreta de material de más o menos un metro de alto, de material con una válvula, donde en ese surtidor, todos calmábamos la sed, cuando también no solo el agua, sino la leche, la carne, en la vida diaria, y hablando de manejos bromatológicos, sanitarios, distaban bastante de los conocimientos y los manipulaciones de hoy. El agua era consumida desde las canillas domiciliarias y como excepción, recuerdo, ante algún inconveniente, la municipalidad asistía con un camión tanque, cuando una emergencia surgía en algún domicilio. Tiempos de otro ritmo, otra velocidad, pero también se me ocurre ahora, de otra consideración hacia la ciudadanía. Pasó el tiempo, hace unos 20 años, más/menos, los pobladores organizados o por iniciativa de algunos, comenzaron a objetar públicamente la calidad del agua que consumíamos, y de allí en más, un debate casi histórico por las estimaciones de la OMS, esgrimidas por la municipalidad y su área de salud, más la información sobre la fatídica cuenca acuífera del arsénico que atraviesa toda la Argentina, una significativa planta iniciada dos veces, hasta una visitada por la ex gobernadora Vidal, todo esto recuerdo más que realidad, desembocando, aquella vez, luego de recolección de firmas en mesas callejeras, en la decisión de distribución de agua envasada en bidones procesada por el Estado Municipal, contra el pago del servicio, con las salvedades de rigor. Ha corrido mucha agua bajo el puente, no potable a los intereses de la comunidad. Cálculos y proyectos, augurios, que no se concretaron ni en el mediano, ni el largo plazo.

El agua envasada, por más que se persiga excelencia, va a ser eso, siempre, una salida temporaria a un turbado equívoco dorreguero. Obra sin duda muy importante pero groseramente dilatada, acompañada con comparaciones alquiladas hasta con lugares de Europa, donde el agua envasada es permanente, contrastando, eso sí, con la velada e invariada e impostada preocupación de las autoridades sobre la calidad de vida de todos nosotros. Pasó el tiempo, mucho, donde la ocupación de 4/5/10 o 20 personas, responsables directas, por no priorizar, no querer, o no poder, y que han decidido sobre el asunto en estas dos décadas, no equipara ni cerca, el trastorno y la medianía exigida en lo vital de toda la población. Pasamos pandemia, con todo lo que implicó, dolores y privaciones para afrontar lo desconocido, es cierto, pero no se tuvo labor positiva concreta para tratar una situación de largas colas y esperas en la sede de Obras sanitarias de calle Perón, donde se entrega el agua envasada. Es más, se dejó de proveer luego de mucho tiempo coincidentemente, en la Sala Sanitaria Loydi, extremo oeste de la ciudad, enclavada en una populosa barriada. La novedad del año, la protagoniza un gigantesco surtidor público, ahora dispenser, con un par de canillas, donde la población puede servirse a toda hora, y satisfacer su necesidad en la vereda misma del centro asistencial, dejando de lado, (pareciera a vista de la ignorancia de este cronista o de información oficial y pública), sin medidas sanitarias de otro momento, donde la higiene, con los bidones lavados y sellados son dejados de lado con este dispositivo. El retroceso y la exclusión son manifiestas,( más que con los destinatarios, que somos todos, no solo esa barriada en especial), sino con el destino, en el propio intento y concreción. Existe una ausencia en el coraje que requiere la iniciativa política, que no solo da de lleno en la humanidad de los dirigentes gobernantes o no, sino también en la pasividad ciudadana. No hay que esperar lo posible, hay que crearlo. Alguna vez como recordábamos, la ciudadanía, el pueblo sin excepciones, reclamó soluciones que derivaron en el agua envasada, un temporario, que va por las dos décadas más o menos. Impongamos un debate que no derive en soluciones del tiempo colonial, vivimos en un distrito rural, generador de riquezas, enclavado en la provincia de Buenos Aires, aspecto resaltado cuando nos conviene. Cuando se espera un debate constructivo aparece la beligerancia en las posturas del oficialismo deliberativo cuando deben explicar alguna situación, más la exasperante pasividad opositora, y no hablo como anti política, anti discusión. Es precisamente equitativa y proporcionalmente a la inversa. La carencia de agua potable en red en la ciudad, de hecho es un conflicto, pero nadie lo debería mirar ya, como si nada acurriese. En definitiva, que lo aborden como se les ocurra, pero algo tienen que hacer, aunque sea para ilusionarnos. Frente a todo esto, la desesperanzada expectación comunitaria sobre algo que nunca llega. No somos el ombligo del país, ni siquiera de la región, como se creen algunos, sí, somos personas mayoritariamente encauzadas, deudores de alteraciones sociales como en todos lados, pero la provisión de agua potable como servicio esencial público en condiciones que impone el tiempo que vivimos, además de derecho humano insoslayable , es una obligación social comunitaria que nos debe ocupar prioritariamente y de una vez por todas, nos debemos una acción, todos, que nos saque de esta situación cuasi ignominiosa como pueblo. (16-10-21).

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