La ciudad

Ecos del Censo en Dorrego III: La inmigración en los comienzos

Hacia fines del siglo XIX comenzó a llegar a la Argentina un flujo migratorio de gran magnitud. Fue el territorio argentino uno de los destinos de mayor recepción de inmigrantes, en su gran mayoría provenientes de Europa con España e Italia como las naciones de mayor “expulsión” de ciudadanos.

Por Fabián Barda

En este derrotero entre el presente y el pasado de la evolución poblacional del partido de Coronel Dorrego abordaremos la cuestión de la inmigración desde fines del siglo XIX hacia los tiempos del advenimiento del peronismo en el gobierno de la República Argentina.
La trashumancia es una de las características sobresaliente y común en las diferentes sociedades. Los desplazamientos han tomado diferentes características de acuerdo a sus causales: inmigrante, refugiado y/o exiliado son las conceptualizaciones más comunes. Todas han necesitado de la protección tanto comunitaria como estatal.
Hacia fines del siglo XIX comenzó a llegar a la Argentina un flujo migratorio de gran magnitud. Fue el territorio argentino uno de los destinos de mayor recepción de inmigrantes, en su gran mayoría provenientes de Europa con España e Italia como las naciones de mayor “expulsión” de ciudadanos.
El lógico avance de la frontera acentuado luego de la finalización (1879) de la Campaña al Desierto y la aceleración de la división del amplio territorio parcelado en latifundios en partidos en la provincia de Buenos Aires generaron la radicación de los migrantes extranjeros en el sudoeste bonaerense casi hacia el final del siglo XIX y principios del siglo XX.
El crecimiento poblacional que se evidencia con los primeros datos obtenidos para el partido de Coronel Dorrego en 1890 señala una tendencia de radicación de migrantes internos para reflejar, ya en el Censo de 1914, un marcado aporte de población extranjera casi en equilibrio con la población argentina.
Hay que tener en cuenta que en esos primeros tiempos el crecimiento vegetativo es poco significativo siendo el aporte migratorio tanto interno como externo el que marca el altísimo crecimiento del orden del 141,18 % que evidencian los datos intercensales de 1895 (4.914 habitantes) y 1914 (11.582 habitantes). Ya la variación intercensal entre 1890 y 1914 había arrojado un saldo positivo del orden del 70 %.
Esas cifras se estiran aún más con los datos del Censo de 1922 que arrojó un total de 16.227. Vale recordar que esa compulsa fue ordenada y ejecutada por el gobierno municipal de Antonio B. Costa no correspondiendo a un Censo Nacional.
Los primeros tiempos fueron típicos de población de frontera con un altísimo predominio de población masculina fundamentalmente entre los extranjeros.
El Censo de 1895 arroja que sobre un total de 4.914 había 1.338 extranjeros de los cuales 982 eran varones y 358 mujeres.
En 1914 se registra un total de 11.582 se contabilizan 4.097 eran extranjeros de los cuales 2.804 eran varones y 1.083 eran mujeres. Los datos del primer censo nacional del siglo XX desglosan el origen de los inmigrantes extranjeros. Así es que tenemos, para nuestro distrito, 2.071 españoles, 678 italianos, 377 dinamarqueses, 178 franceses, 124 rusos, 96 uruguayos, 89 otomanos (el Imperio Otomano hasta la Primera Guerra Mundial abarcaba Bulgaria, Egipto, Grecia, Hungría, Jordania, Líbano, Israel, los territorios palestinos, Macedonia, Rumania, Siria, partes de Arabia y la costa norte de África), 34 alemanes, 31 holandeses, 29 paraguayos, 21 ingleses, 17 brasileros, y 14 húngaros, entre las cifras más significativas. Además había belgas, cubanos, chilenos, franceses, griegos, estadounidenses, noruegos, suecos, suizos y luxemburgueses.
Los datos de la población extranjera hacia principios del siglo pasado ya evidencian la preponderancia de la raíz española e italiana. Un dato revelador es que en 1898 fue fundada la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y en 1901 la Asociación Española de Socorros Mutuos.
La impronta de los Dinamarqueses es significativa en espacios como los de los cuarteles cercanos a Aparicio y esa propia población uniéndose con un área más amplia del partido de Tres Arroyos hasta Necochea, como así también la de los alemanes del Volga en la localidad de El Perdido. Situación muy particular ya que si buscamos un pionero en esa localidad es sin duda el vasco José A. Guisasola quien adquiere esa estatura. Esos inmigrantes fueron llegando diferentes lugares cuando las colonias que ellos fundaban alcanzaban el límite de sus tierras. Así llegan a Coronel Suárez y de ahí a El Perdido y más al sur a Stroeder.
Quienes cariñosa y popularmente hemos bautizados “Los Turcos” (la altísima mayoría de origen Sirio) que tienen su propio barrio en la hoy ciudad de Coronel Dorrego han dejado una huella profunda en la cultura de nuestro pueblo. Además de lugar de radicación fue un sitio de tránsito de numerosas familias que luego emigraron a sitios como Bahía Blanca y Monte Hermoso constituyéndose en referentes de actividades como la política y el comercio; tal el caso de familias como Abraham, Elías y Etman, entre otros.
En 1947 Dorrego tenía 20.844 habitantes de los cuales 3.004 eran extranjeros (1.982 varones y 1.024 mujeres). No hay datos que discrimen los países de orígenes. Se evidencia una de las constantes del proceso inmigratorio hacia la Argentina que, pese a la evidente y significativa incidencia de la población extranjera, fueron más los que regresaron que los que se quedaron. Muchos factores contribuyeron a ello, entre los más significativos fue la estacionalidad de la demanda de mano de obra. Además hay que tener en cuenta dos grandes dramas que vivió el mundo desde mediados de los años 30: La Guerra Civil Española (1936-1939) y La Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Solía contar Francisco “Paco” Navarro que había intentado radicarse en Dorrego en los años 30. El momento de crisis no fue el mejor para “hacer la América”. Regresó a España, revistó en el Ejército Republicano, terminada la Guerra y luego de estar en un campo de concentración en Valencia volvió al destino que había elegido en tiempos de otra crisis.
Entre los 5 luxemburgueses que se registran en el Censos de 1914 se encontraba don Miguel Pinnel quien luego de trabajar en campos de Tres Arroyos y Benito Juárez se radica en Dorrego en 1912 alcanzando la propiedad de la tierra. En los años 30 su Estancia San Miguel era un ejemplo de la modernización y mecanización que iba adquiriendo el trabajo agrícola.
Otro ejemplo conocido es el de Don Antonio Linares, valenciano de Altea, uno de los “salieros” en esa zona del Mediterráneo. En el sur de américa, en Argentina, luego de pasar por Santiago del Estero recala en las cercanías de Bahía Blanca hasta que logra la propiedad de su Estancia “14 de abril de 1931” en homenaje a la segunda República Española. Linares, abuelo de Jaime quien fuera Intendente de Bahía Blanca y Senador Nacional, fue el eslabón más importante de la cadena de solidaridad, propia de todos los procesos migratorios, por la cual muchos alteanos, valencianos y alicantinos llegaron al partido de Coronel Dorrego. (Fuente Ecos de mi Ciudad). (02-03-23).

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