El regreso de la «teoría de los dos demonios»: por qué los derechos humanos no aplican para los genocidas

Nota escrita por Samantha Plaza Monroy en Big Bang News

La irrupción de Victoria Villaruel en la vida política argentina no es más que la punta del iceberg de la cantidad de cómplices aún activos de los sectores más oscuros de nuestra historia. Pero usted lector, no está aquí para leer una opinión más. Si a usted le llamó la atención este título, es tal vez porque quiere encontrar respuestas a lo que últimamente nos está atravesando a todos y todas.

Considerando que nunca hubo un avance tan grande de la ultraderecha en nuestro país, como una representación partidaria encabezada por Javier Milei y La Libertad Avanza el contexto se torna diferente. Sin embargo, si usted cuestiona de qué hablamos, qué dice “la calle”, cómo comunican los periodistas engominados y con trajes en los programas de televisión, comprobará que hay una vuelta a los discursos de los ’70.

La Libertad Avanza no es un partido político de “ayer nomás”, no: es un entramado de personas que sabe de lo que habla. La Libertad Avanza no es un partido político improvisado: es un conjunto de decisiones políticas bien pensadas y con el objetivo claro de retroceder en materia de derechos. La Libertad Avanza no es “un grupo de loquitos sueltos»: saben qué quieren y el objetivo es clarísimo: “tranzar” con los grandes grupos económicos y empresariales estadounidenses.

La Libertad Avanza tiene vínculos con las castas aristocráticas que tras un lúgubre manto de silencio se apropiaron de identidades, desaparecieron militantes y truncaron la vida de 30.000 detenidos y desaparecidos en la última dictadura militar en Argentina.

Desde BigBang se cuestionan por qué estos discursos surgieron nuevamente. ¿Qué es la “teoría de los dos demonios”? ¿Corre riesgo real la Democracia que tanta sangre nos costó? Nos dio un par de luces en este panorama teñido de gris Ulises Muschietti, docente de la Universidad de Buenos Aires.

Consultado sobre “la teoría de los dos demonios”, Muschietti hizo una pausa y reflexionó: “Hace tanto tiempo que no hablaba de estas cosas. Hace tanto tiempo que teníamos tan consolidada la por lo visto equivocada idea de que algunos temas estaban completamente consensuados en la gran mayoría de nuestra sociedad que ahora hay que recomponer los recuerdos, el pensamiento, las ideas”.

Sobre el nuevo contexto político que nos toca vivir explicó: “Hemos llamado así a una explicación de lo que pasó en los años ‘70 que supone o pretende que había dos fuerzas más o menos equivalentes e igualmente responsables de lo que pasó en aquellos años: por un lado una especie de monstruo terrorista de izquierda o de organizaciones de izquierda o del Movimiento Nacional Popular, que con su actividad, con su insurgencia, con su con el ejercicio de la violencia política armada generó una reacción en el otro bando, por lo que hubo entonces un una acción terrorista de derecha encarnada en los militares”.

“O sea: dos demonios dos fuerzas malignas, dos fuerzas, igualmente equivocadas, igualmente generadoras de eso que fue la—que llaman los que sostienen esta teoría de los dos demonios—‘la violencia política de los años ’70’, como si eso hubiera sido un fenómeno general y no lo que fue”.

¿Desde cuándo empezó a usarse esta terminología? Muschietti, explica: “Esto empezó a empezó a hablarse en estos términos durante el gobierno de Raúl Alfonsín y particularmente después de que la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP) la esbozó así en el prólogo que escribió Ernesto Sábato para para el libro ‘Nunca Más’: como el terrorismo de un de un signo y el terrorismo de otro signo”.

“Por supuesto que hoy reflotar esa teoría, reflotar esa versión, esa interpretación de lo que pasó en los años ‘70 no podemos percibirla como una ingenua explicación histórica, es el vehículo que los cómplices—del terrorismo de Estado, de la represión ilegal— utilizan como medio para reivindicar la acción del terrorismo de Estado, para justificar a los represores condenados por asesinatos torturas, desapariciones, robo de niños amparándose en la necesidad de reivindicar a las víctimas del ‘otro terrorismo’ del que ‘nunca se habla’. Tratando de homologar una fuerza y otra, unas acciones violentas y las otras como si una de las dos fuerzas que ellos describen no fuera nada menos que todas las fuerzas del Estado, que el poder de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado argentino puesto a ‘cazar’ a lo que ellos llamaban ‘subversivos’”.

Y aquí el quid de la cuestión. Qué rol tiene el Estado en todo esto: “Al contrario de lo que sostiene esa teoría creo -creemos muchos- que esas dos fuerzas no son en absoluto homologables, ni son las dos igualmente violadoras de los derechos humanos. El que viola a los derechos humanos es el Estado, solamente puede ser el Estado. Puesto que los Derechos Humanos han sido desde su nacimiento unos Derechos que los ciudadanos, los pobladores de un país o de una Nación le dijeran al Estado: ‘Ojo, hay cosas que no podés hacer’; como por ejemplo detenernos sin juicio, matarnos, privarnos ilegalmente de la libertad o torturarnos”.

Hay algo que no puede pasar desapercibido: “Todos esos derechos, son derechos de los que todas las personas participamos desde nuestro nacimiento. Por lo tanto, cuando el Estado comete cualquiera de esos crímenes es una violación de los derechos humanos, una violación de esos derechos que el Estado debe defender”.

¿Y qué pasa con los civiles organizados? “Cuando unos particulares, un grupo, una banda, una pandilla o una organización política armada mata a alguien, comete cualquier delito, son particulares que están fuera de la ley y a los que el Estado persigue. En el mejor de los casos se juzga y encarcela, si así lo decide la Justicia. O en el peor de los casos reprime, asesina, desaparece, tortura, etcétera”.

Entonces, la respuesta de por qué la “teoría de los dos demonios” no se puede aceptar desde una perspectiva de Derechos Humanos es contundente: “No es cierto que también hay derechos humanos violados, porque el concepto de violación de derechos humanos es otra cosa y por supuesto que no es equiparable la organización criminal patrocinada por el Estado o integrada por miembros de las fuerzas del Estado, que los delitos cometidos por particulares que forman parte de una organización armada”.

“Sin contar con el hecho de que solamente una pequeña parte de los de los desaparecidos durante la última Dictadura eran miembros de organizaciones armadas; la inmensa mayoría eran militantes políticos, sindicales, estudiantiles barriales, intelectuales. Todo un conjunto que los militares mismos muchas veces a lo largo de aquellos años definieron como la ‘subversión’, que por lo tanto estaba abrumadoramente conformada por personas desarmadas a las que las patotas de las Fuerzas Armadas y de Seguridad fueron a buscar a sus casas a sus trabajos, etcétera”.

El avance de Milei de la mano con La Libertad Avanza es un hecho. Pero, ¿ya hay consecuencias? El también periodista e historiador responde con claridad: “En caso de que Milei ganara la presidencia, los peligros para la Democracia son enormes y numerosísimos. Basta con pensar en sus propósitos sus alegadas propuestas que incluyen siempre la eliminación de derechos adquiridos por parte de trabajadores, ciudadanos, estudiantes intelectuales, derechos laborales o derechos de expresión”.

“Pero eso creo no es hoy lo que está más presente, porque ya la irrupción de Milei y su relativo éxito en las elecciones Primarias y el estado de exaltación de sus partidarios es un peligro y una amenaza real para la Democracia; porque precisamente como sucedió ahora con el acto de esta señora de Villarruel, el clima político, lo que ellos ven como inminente triunfo de su candidato y de su fuerza los habilita para amenazar, para insultar, para gritar fuerte”.

En el ámbito universitario, querido lector, ya está sucediendo: “Me han contado de amenazas de estudiantes de la Universidad del Gran Buenos Aires partidarios de Milei a profesoras y profesores que intentan hablar con ellos sobre cualquiera de estos temas y al grito de que ‘se vayan’, ‘que las universidades son nidos de marxistas’, todo eso todo eso, que ya hemos vivido trágicamente en nuestro país. Eso ya está viniendo de vuelta de la mano de Milei por eso los riesgos son enormes y gravísimos”, finaliza Muschietti. (12-09-23).

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