“La gesta de Maciel fue el hecho más trascendente de la historia dorreguense, porque se entronca con una situación previa como antecedente próximo y de incidencia en los sucesos como, por ejemplo, que haya sido el radicalismo local de los pocos que no levantó la abstención electoral en la década del 30, así como la proyección del aura de Maciel hacia un futuro inmediato con la década peronista que generará, en el país, un péndulo de democracias condicionadas débiles y dictaduras cada vez serán más sangrientas y represivas”.
Lo dijo el escritor Fabián Enzo Barda, en su último libro 1937 La Revolución, publicado en 2017, donde refleja el asesinato del militante radical Juan Bautista Maciel, y otros dirigentes y adherentes, acaecido en la cabecera de Coronel Dorrego en la lucha por el derecho al sufragio libre.
“Ese lugar central, en contextos de fuertes sucesos y procesos políticos, en la historia local es determinante, aunque su sesgo partidario le de una parcialidad cada vez más importante. No obstante, el resto de la sociedad y, sobre todo la clase política, no deja de mirarlo con cierta admiración y gran curiosidad”, agregó.
Dijo que desde la anulación de las elecciones provinciales del 5 de abril de 1931, el régimen conservador montó un aparato de falseamiento de las elecciones denominado, por ellos mismos, Fraude Patriótico.
“Esa jornada del 5 de septiembre registra acciones vergonzantes y escandalosas de la práctica viciada. Contra eso se levanta Juan Maciel, pese a que la revolución radical en el país, y en la provincia, ya había sido levantada”, sostuvo.
—¿Juan Bautista Maciel era un hombre de acción?
—Las crónicas de la época y la visión de amigos y correligionarios lo ubican de esa manera, de ahí que haya sido elegido para ser el jefe del movimiento local, tal como lo dijo el exministro de Economía provincial, Ricardo Fuertes.
“Juan Maciel pertenecía a una de las primeras familias que se radica en el distrito y que accede a la propiedad de la tierra luego de los diferentes intentos de imponer la enfiteusis en la provincia. Tanto él como su hermano Roberto, quien fue intendente y diputado, militaron activamente en la Unión Cívica Radical. No ocupó ningún cargo político y sólo fue candidato a concejal suplente en 1918.
“Era un hombre íntegramente asimilado a nuestras costumbres criollas y heredó de su padre, al igual que sus hermanos, la afición por los caballos de carrera. Aún hoy hay quienes recuerdan a Gaucho Pobre, un cuadrero de su propiedad que, virtualmente, arrasó con sus rivales en la zona de Coronel Dorrego, al punto que resolvió llevarlo a otros puntos del país, donde siguió ganando”.
—¿Se lo puede considerar un caudillo popular?
—Sí. La estatura de caudillo popular es producto de su inmolación en los sucesos del 5 de septiembre de 1937. Hasta ese entonces era un hombre importante dentro de la política local, pero no a la altura de su hermano Roberto, o de los hermanos Durañona, o de quien estaba signado para ser el principal hombre del radicalismo dorreguense: Antonio B. Costa, que había sido el intendente más joven de la historia dorreguense. A esa altura había muerto y años antes se había radicado en Tres Arroyos por desavenencias con sus correligionarios. Costa fue quien compró las 186 hectáreas conocidas como Hotel Monte Hermoso, donde estaba el mítico Hotel de Madera y donde se emplaza Monte.
—¿Se supo quién asesinó a Maciel?
—Con respecto a la muerte de Maciel siempre hubo que aclarar una cuestión referente al lugar desde donde partió el disparo. Ya no hay dudas que fue desde la propia Iglesia del pueblo, pero lo que no se ha podido determinar con exactitud es de dónde salió el que lo mató.
“La hipótesis, que habría partido de la vieja municipalidad (hoy Centro Cultural), es que los presuntos autores, o quienes han sido señalados por contemporáneos, estaban apostados en la sede comunal junto al senador provincial Gregorio Juárez; el presidente del Concejo Deliberante, Nello Venturelli y el intendente Gabriel Claverie, junto a empleados municipales y adherentes al Partido Demócrata Nacional.
“Los ejecutores más señalados a lo largo de la historia han sido Carmody o Fernández Long, ambos con fama de excelentes tiradores. Lo que sí hay que descartar es que, durante la década del 40 y parte de los 50, circuló una descabellada versión que reducía la muerte de Maciel a una cuestión de polleras; es decir que, en medio de la lucha, alguien habría aprovechado para cobrar una venganza personal. Pero no fue así.
“En los sucesos también mueren Carlos Costa, Severo Vera y Emilio Navarro, por lado de los radicales; Zoicimo González y el sargento de Policía, Alberto Giusso por el bando de los defensores del orden, por decirlo de alguna manera, y Alfredo Zarzoso quien, por circunstancias estrictamente laborales, quedó en medio del tiroteo.
“Culminados los enfrentamientos armados se desató una terrible represión policial y parapolicial. Hubo torturas y vejámenes, las que fueron denunciadas ante la justicia.
“En un momento, en dependencias policiales de la ciudad de Bahía Blanca llegó a 202 el número de detenidos, no sólo militantes y afiliados radicales, sino que sus novias y esposas fueron interrogadas e, incluso, dirigentes socialistas.
“El historiador José Luis Busaniche, en una obra integral de Historia Argentina del Centro Editor de América latina, sostiene que la picana eléctrica es utilizada por primera vez en la comisaría de Coronel Dorrego con los detenidos del 5 de septiembre de 1937. La atenuación de la causa —de rebelión a sedición— hizo que fueran recuperando la libertad la mayoría de los detenidos”.
—¿Cuál es su vínculo con esta historia?
—Mi padre (Enzo, El Pulpo) me la contó ciento de veces. Él tenía 18 años y estaba en el Teatro Italiano, a unos 50 metros de la plaza. Me decía que después del tiroteo se produjo un silencio que jamás volvió a sentir en larga vida. A medida que fui creciendo traté a Luis Fonseca, que había formado parte de las huestes de Maciel.
—¿Cuál fue la reacción de los vecinos tras los sucesos?
—La reacción de los vecinos era la propia de una sociedad muy dividida entre conservadores y radicales. Los días posteriores fueron casi de una ciudad tomada, o en toque de queda, por la cantidad de efectivos policiales que llegaron a Dorrego horas después de los acontecimientos.
“Las clases en las escuelas primarias, ya que aún no había colegios secundarios, recién se reanudaron el viernes 10 de septiembre.
“Dorrego estaba próximo a cumplir sus primeros 50 años como distrito. Tenía más de 20.000 habitantes en todo el distrito, pero la localidad cabecera rondaba los 8.500”.
—¿Este hecho se ha pretendido olvidar?
—No creo. Es decir, como pretensión de ocultamiento no advierto ningún signo a lo largo de estos casi 80 años, salvo los períodos de dictadura. Pese a ello, hasta hace unos 30 años era un tema muy a flor de piel en la comunidad.
“El olvido puede relacionarse con una cuestión de época, del avance de las teorías del denominado fin de la historia y porque, también, es muy cierto que se ha cortado el diálogo intergeneracional en cuestiones referentes a la memoria popular”.
—¿Todos los dorreguenses saben quién fue Juan Maciel?
—Es muy difícil saberlo. Sí entiendo que antes estaba más presente. De todos modos, es parte de nuestro ADN.
—¿Debería tener más reconocimiento este hecho?
—Sin dudas. La historia local todavía está ausente en los contenidos del secundario, ya que sólo aparecen en cuarto grado de primaria referencias al origen de los distritos.
—¿Por qué Ud. utiliza la palabra revolución para titular el libro?
—Porque precisamente la memoria colectiva habló siempre de la Revolución del 37. Tiene que ver con una vieja manía argentina que catalogaba de revolución tanto a la de mayo de 1810 como a los Golpes de Estado. En la década de 1930 el radicalismo retomó una de las constantes de su historia, ya que hubo revoluciones en el Litoral y la del 5 septiembre, con sucesos similares en Tres Arroyos, Lincoln y San Martín, aunque sin la magnitud de los encabezados por Juan Maciel”.
—¿La historia de Maciel se ha repetido en el país?
—Posteriormente no. Puede haber cierta asociación con la tradición revolucionaria del primer radicalismo y los intentos aislados de los Hermanos Kennedy, Toranzo y Pomar, Cáttaneo y la sublevación de Pasos de los Libres.
“Lo distintivo de Maciel es que queda prácticamente solo con su gente, ya que, entre la tarde del sábado 4 y la madrugada del 5, lo buscan por la zona rural, hasta encontrarlo, para comunicarle que el movimiento a nivel provincial ha abortado”. (05-09-23).
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