24 de marzo: Pueblo chico y dictadura
Por Pablo Russo y Lucas Rodríguez Perea * l La ciudad de Rawson, en la provincia de Chubut, es asiento de una de las cárceles más importantes y emblemáticas del país: el Instituto de Seguridad y Resocialización Unidad 6, que posee una presencia notoria en la vida de la comunidad. Desde mediados de la década del ’70, el Penal se convirtió en el lugar de confinamiento para cientos de presos políticos de todo el país. Por allí pasaron algunos de los referentes de las principales organizaciones político armadas, como Montoneros, ERP y FAR. A partir del golpe de Estado del año 1976 comenzó a llevarse adelante un plan sistemático de destrucción física y psíquica contra los detenidos, que involucró directa o indirectamente a parte de la comunidad. Nacido y criado en esa ciudad de la que se alejó 14 años atrás, Nahuel Machesich, co-director del documental Rawson junto a Luciano Zito, se pregunta ¿cómo se llega a convivir con absoluta normalidad con un lugar donde se llevó adelante el terrorismo de Estado? Lo perturba la pequeñez de una ciudad donde todos dicen conocerse, pero donde impera el silencio, la complicidad y el desconocimiento sobre el pasado de la cárcel. Machesich confronta a la ciudad y sus habitantes. Transita diferentes lugares y habla con familiares, amigos y vecinos para atrapar las huellas de aquellos años oscuros y entender el silencio de la comunidad. Rawson es la historia de un pueblo de nuestro país donde se vivió el terrorismo de Estado rejas para adentro y rejas para afuera. “Sé que no es fácil, porque mi condición de nacido y criado me implica un costo emocional extra: no sólo me enfrento al silencio y la complicidad de los desconocidos, sino también a mi familia, a mis amigos, y a mi propio pasado”, escribe Machesich en los apuntes sobre su documental.
APU: ¿Cómo nació la idea de la película?
Nahuel Machesich (NM): Identificar un momento es un poco difícil, pero remontándome ocho ó nueve años atrás, cuando vine a Buenos Aires -soy nacido y criado en Rawson- me puse a estudiar Ciencias de la Comunicación y empecé a interesarme por el tema de la militancia y el terrorismo de Estado. Temas que en Rawson no tuve posibilidad de hablar ni de leer, ya que Rawson no es una ciudad muy propensa a que esos temas surjan y la película un poco va por ese lado.
Me pasó lo que le pasa a la mayoría de la gente cuando empieza a investigar sobre esos temas: se encuentran con que las historias tienen que ver con las grandes ciudades e inmediatamente surgió la pregunta de qué había pasado en mi ciudad. Rawson es una ciudad relativamente pequeña, tiene 30 mil habitantes. Empecé a indagar sobre el tema haciéndolo de un modo muy rústico, volvía de vacaciones a Rawson y hablaba con gente que conocía, que pudiera darme algún tipo de información en charlas muy informales. Eso se convirtió en una obsesión muy fuerte y jamás pensé que se iba a concretar en la película. Haberme cruzado con Luciano Zito en todo ese proceso significó poder llegar a concretarla y a estrenarla.
APU: Antes de la película hubo un trabajo tuyo que fue una tesis para la licenciatura en comunicación…
NM: En ese proceso me empecé a empapar con lo que fue la fuga y la masacre de Trelew, de la que hace unos días se dictó la sentencia. Obviamente fue una cuestión geográfica, la fuga fue en Rawson y la masacre en Trelew, la gente que vivió esos años lo tenía muy presente. Me acerqué a charlar con militantes de la Juventud Peronista de esos años, que eran apoderados de muchos de los presos que después fusilaron. Justo ese año salió la película Trelew (Mariana Arruti, 2003), yo tenía la idea de hacer una película similar, obviamente con ninguno de esos recursos, así que hice una tesina para recibirme de licenciado en comunicación, donde cuento la historia de la Juventud Peronista de Rawson vinculada con lo que sucedió esos años con los apoderados de los presos políticos de ese momento, cómo afectó la masacre a la militancia, un poco contando esa historia de ese lugar pequeño. En ese proceso de investigación empezaron a aparecer muchas historias vinculadas con la cárcel, lo que había sucedido después en la última dictadura, que no entraba en ese trabajo y me parecía que había material para contar otra historia.
APU: Uno habla de Rawson y el penal y remite directamente al 72, a la masacre de Trelew, pero tu película va más allá.
NM: Sí, pensaba que el tema de Trelew y la fuga ya estaba siendo abordado desde un libro como La pasión según Trelew, la película de Mariana Arruti, ya estaba siendo contada esa historia. Al mismo tiempo empezaron a aparecer muchas historias vinculadas con la cárcel de Rawson, que está a cinco cuadras de mi casa, donde nací y me crié, vinculadas con la última dictadura, y eso sí no se conocía. Entonces dijimos “ahí hay una historia para contar”. No tanto contando lo que había pasado adentro, si bien algo se relata en la película ya que en la cárcel de Rawson fue donde se aplicó directamente el terrorismo de Estado, sino que me interesaba lo que había pasado alrededor.
Hubo un hecho determinante que me marcó y me decidió a hacer la película, que fue el día que me enteré que mi entrenador de fútbol de cuando era chico (Jorge Tomasso) estaba procesado y, de hecho, había estado preso por delitos de lesa humanidad dentro de la cárcel. Eso me partió la cabeza, y decidí contarlo de alguna manera.
APU: ¿Vos no lo sabías?
NM: No, no sabía nada. Estaba en un organismo local de Derechos Humanos buscando expedientes de esos años, leí un listado de represores procesados en el año 1985 y el primer nombre que aparecía era el de él. Es una de esas personas que a uno le pasan por la vida y no tiene noción de quién es hasta que suceden cosas como esta, y pensé que sería bueno contarlo porque era un síntoma de lo que a mi parecía que era mi ciudad, donde predomina el silencio y no el relato sobre esos hecho.
APU: Claro, porque contás que este personaje se reinserta en la sociedad como una persona “buena” y respetable, que pasea por la calle y va al club de paleta a jugar a las cartas, sin que se lo acuse de nada.
NM: Si bien él se va construyendo como “el malo de la película”, nos interesaba más cómo la comunidad lo había cobijado, la complicidad civil que es el gran tema no tratado en la Argentina, porque es muy difícil tratar cómo la sociedad lo amparó durante tantos años. Y no hay una respuesta, ni haciendo la película terminé de responderlo.
APU: Sólo hay interrogantes al respecto, ¿no?
NM: Muchos interrogantes. La película trata de no detenerse tanto en él, no escracharlo, sino ver qué sucede en la comunidad que lo rodea.
APU: De todas maneras hay un momento cuando lo encarás y le decís: “Yo te conozco”…
NM: Sí, es el clímax de la película. Esa situación se tenía que dar, el personaje se va construyendo y muchos que han visto el film me han dicho que estaban esperando el momento en que yo lo iba a buscar.
APU: Así como decís que hay esta complicidad y este silencio general de la sociedad, también mostrás otros actos más solidarios como por ejemplo el de esa mujer que tiene el hotel a donde iban a parar los familiares de los presos.
NM: Sí, es muy interesante porque uno cree que una ciudad como Rawson que, a priori, puede resultar opresiva en el sentido más literal del término porque allí están todas las fuerzas de seguridad que se puedan imaginar en un lugar tan chico, y en ese contexto de dictadura militar donde aparte estaba esa cárcel, y sin embargo había ese lugar, una hostería muy humilde, muy familiar, donde una familia recibía y cobijaba a los familiares de los presos políticos que iban a visitar a sus hijos, a sus nietos. Me pareció que ese dato de alguna manera construía la historia social de Rawson. Mucha gente que vio la película no sabía que eso sucedía, lo cual refleja que la memoria de una ciudad también se construye con ese tipo de resistencias muy pequeñas, en un contexto muy opresivo en el que había margen para hacer algo. Corrías riesgos, obviamente pero esa familia no lo hizo desde un costado militante sino desde un costado fraternal, humanitario, hasta religioso te diría, pero lo hizo y me pareció que era importante retratarlo.
APU: Hablábamos antes de la película de Mariana Arruti. Ahí también se da cuenta de la red de solidaridad que se armaba con los presos y los familiares que iban a alojarse. Si bien nombramos Trelew como una película que junto con Rawson completa esta historia, me parece que tu película está más emparentada con la historia que cuenta Carlos Echeverría en los años ´80, Juan, como si nada hubiese ocurrido, sobre el único desaparecido de Bariloche en la última dictadura militar.
NM: Esa es, para mí, la mejor película sobre la dictadura, y tiene el mérito de haberse hecho inmediatamente después. No pasó mucho tiempo para elaborar lo que había ocurrido. Se corre de la teoría de los dos demonios, en boga en ese momento, años ´80. Para mi es la mejor de todas, me inspiré mucho en ella y la vi muchas veces. Si me preguntan qué película tienen que ver, digo que ésa. Hay una cosa muy importante que traté con Luciano de retratar en Rawson, que es lo que decía al principio: la historia de la dictadura en la Argentina está contada desde los centros urbanos más grandes, y la gente que vive en Buenos Aires o en Rosario o en Córdoba a veces tiene como un microclima de cómo se vivió en ese contexto. Las pequeñas ciudades tienen historias que, de alguna manera, fueron pruebas de laboratorio de lo que sucedió en toda la Argentina, porque el secreto, el silencio, está mucho más latente y al mismo tiempo más difícil de desentrañar, de romperlo. Entonces pueblo chico y dictadura es una combinación que hay que explorar.
APU: En relación a esto que estás diciendo, también me parece interesante hablar de cómo está encarado el documental desde la narrativa, desde la enunciación. Hay algo que escribió Luciano Zito, que le había interesado de esta propuesta la idea de jugar con “Rawson, la cárcel y yo”, que me parece que podría ser un título alternativo porque vos sos protagonista del relato y lo conducís en primera persona, y no sólo lo narrás sino que vas por ahí buscando los hechos.
NM: Sí, el primer título era ese y después nos quedamos con “Rawson”, porque el tono de la película es muy austero, entonces nos pareció que el título tenía que ir en ese sentido. Si bien al principio estaba medio reticente a participar en primera persona, en primer plano, frente a cámara, Luciano me convenció de que la historia valía si yo estaba ahí. Y tenía razón. Soy, por momentos, una especie de personaje que tengo que actuar algunas escenas en función de hacer crecer la narración.
APU: Algo llamativo es que todo el tiempo hablás de la cárcel, obviamente, pero en el único momento en que entrás y la cámara te acompaña, a ese monumento a (Gregorio) Valenzuela, el guardiacárcel que murió durante la fuga de los guerrilleros en el 72. Es el único momento que elegís entrar con la cámara ¿Hubo más registros adentro de la cárcel o fue una decisión anterior?
NM: Fue una decisión de antes. De hecho, se cuenta información sobre lo que sucedía en la cárcel durante la dictadura pero queríamos poner la cámara en lo que sucedía alrededor. La cárcel obviamente tenía que mostrarse, los murallones son muy impactantes. La idea era poner la cámara más en la comunidad. Fuimos a mostrar ese mural porque la muerte de ese guardiacárcel en la ciudad de Rawson, en la memoria colectiva de la comunidad, tiene un peso importante Y para contar la memoria de Rawson en relación a esos temas nos parecía que tenía que aparecer.
APU: Eso que te pasó de tomar distancia fue, también, una toma de conciencia, quizás -es ridículo establecerlo así- pero quizás si no hubieses venido a Buenos Aires y te hubieses quedado en Rawson, jamás te hubieras interesado por esta temática que es, tal vez, lo que le pasa a muchos vecinos tuyos o a tu familia que vive ahí, a cinco cuadras del penal y siguen haciendo su vida normalmente.
NM: Estoy convencido que si no venía a estudiar a Buenos Aires jamás se me hubiera ocurrido hacer eso. Si no hubiera tomado distancia del lugar, de la gente que uno quiere, de la cotidianeidad de pasar todo el tiempo frente a la cárcel y no cuestionarla porque es un edificio más, jamás se me hubiese ocurrido hacer una película sobre el tema. Pude tomar distancia, y eso me permitió cuestionar lo obvio.
APU: ¿Cómo fue la repercusión del estreno en Rawson y Trelew?
NM: Había tenido una primera presentación en Rawson a fines de junio, y el cine-teatro de la ciudad se llenó. En el mismo cine donde se estuvo dando el juicio por la masacre de Trelew, es el espacio Inca, ahí se proyectó Rawson el 24 de junio y el cine desbordó. La verdad que impactó a muchos.
APU: ¿Hubo polémica?
NM: Pasaron dos cosas: después de la película hubo muchas preguntas vinculadas con la historia que mucha gente no conocía. Después sucedió algo que me gratificó mucho, ya en Buenos Aires empecé a recibir muchos mensajes por Facebook y por email de chicos más jóvenes que yo, que después de la película fueron a sus casas a preguntar sobre el tema. Era la primera vez que surgía el tema en la familia: “mamá sabías esto, papá sabías aquello”. Los padres algo sabían porque habían vivido esa época, algo habían escuchado o visto, y empezaron a surgir las charlas y los debates sobre el tema de la dictadura y la cárcel de Rawson. La película vale sólo por eso.
APU: ¿Te pasó en algún momento de estar haciendo la película de pensar que te podía llegar a modificar tu relación con tu familia, con tus amigos?
NM: Sí, definitivamente. Esa toma de distancia racional o conceptual que tuve con mi ciudad fue una toma de distancia emocional. Uno tiene una relación amor-odio con el lugar donde nació, cuando uno se va enterando de las cosas que sucedían en la cárcel y la actitud de gran parte de la comunidad empieza a cuestionar todo el afecto que siente por ese lugar en el que se crió. Hay momentos en la película donde yo claramente converso con mis padres y les reclamo porqué no me contaron esa historia, y qué los llevó a mantenerse en silencio. Eso tiene un costo emocional o afectivo que uno tiene que aprender a sobrellevar. Mi relación con Rawson ahora es de distancia conceptual, lo que me sirvió para pensar a mi ciudad, pero también hay algo afectivo muy fuerte.
APU: Pensaba también en tu padrino, que era guardiacárcel ¿Hasta dónde exponerlo con la película? ¿Hubo algún tipo de reclamo?
NM: No, de hecho me sorprendió que él aceptara participar porque había hablado con él antes, no muchas veces, sin contarle que iba a hacer una película y me había comentado lo mismo que se puede ver en pantalla. Con la mayoría de las personas con las que hablo tenía algún tipo de relación afectiva, los conozco de toda la vida. En el momento de la entrevista pensé en el costo emocional que iba a significar en la relación, era complicado.Creo que las entrevistas, si bien un espectador puede leerlas como que estoy exponiendo a mis familiares, a mi padrino o a mis amigos a una situación incomoda, creo que están bien logradas, tienen ese tono natural. Tampoco voy con el dedo a recriminarles nada, sólo les pregunto y me contestan. Una de las mejores cosas que tiene la película es que las entrevistas no son televisivas en el sentido que voy a cuestionar explícitamente a mis seres queridos o a mis amigos, sino que es más natural la conversación. APU: En esta búsqueda de documental subjetivo, que generaste con esta narración en primera persona, algo que me llamó mucho la atención es esta transformación que vos mismo decidís hacer, por ejemplo, afeitarte la barba que hoy ya la tenés de vuelta, porque hay gente que le generaba desconfianza el hecho de que te acerques con este aspecto de “ciencias sociales”.
NM: Dudé mucho cuando estaba escribiendo el guión y escribí esa voz en off que va contando por qué me estoy afeitando. Me parecía muy exagerado, demasiado bizarro. La barba en Rawson para ciertas personas actuaba de la manera que cuento en la película. Da un aspecto de zurdo y eso impedía que la gente me hable, les implicaba un rechazo hacia mí. Eso está en la película como un quiebre muy fuerte, de hecho está en la mitad de la película como definiendo el momento en el que yo voy a hablar con los otros. El estreno instaló el tema en los jóvenes.
APU: Decís que fueron a hablar el tema con sus familias y que también tuvo una respuesta afectiva con la gente que te conoce y con tu familia. ¿Tuviste algún tipo de crítica negativa?
NM: Que yo sepa no. En la última proyección en la que estuvimos en Rawson a principios de octubre, se me acercó un hombre y me dijo “te olvidaste de contar la otra parte”. El típico argumento de alguien que entiende el hecho de la dictadura como los dos demonios. No me dio tiempo a replicarle nada porque salió muy raudo. La verdad que no tuve críticas, por lo menos que me la hayan dicho. Fue muy positiva la recepción de la gente, no sólo los jóvenes, sino también personas adultas. El cine te permite tomar distancia de eso que ves todos los días y así poder reflexionar sobre la comunidad en la que vivis.
APU: ¿Qué pasa con Jorge Tomasso hoy, después de esta película? Por esta exposición que hiciste, más allá que no sea el eje central. ¿Y qué pasa con la causa cajoneada de la U6?
NM: En la película mostramos un procesamiento que es del 2009, que por motivos técnicos y judiciales fue a foja cero y ahora se tiene que retomar la causa nuevamente. Tengo entendido que a fines del 2013 o principios del 2014 empezaría ese juicio, pero está todo en veremos. Jorge Tomasso, cuando fuimos con Luciano era nuestra gran intriga, se había enterado de la película pero no apareció por los cines. Tampoco apareció su hijo que también es guardiacárcel, pero tampoco recibimos ningún tipo de comentario ni de reacción, no sólo de él sino de la comunidad. Supongo que habrá seguido yendo a la cancha de pelota paleta. Quedó libre por la ley de obediencia debida y punto final en la época de Alfonsín y por eso sigue caminando libre.
APU: ¿Tenés pensada tu próxima película?
NM: Estoy en eso, investigando y escribiendo un proyecto para ver si tenemos la misma suerte que tuvimos con Rawson de que el INCAA la pueda financiar, pero todavía está todo muy verde. Es una historia de la resistencia peronista de la década del 60.
APU: ¿Patagónica?
NM: No, es una historia porteña.
APU: ¿Ficción?
NM: Hay cosas de ficción pensadas, pero estamos viendo. Se trata de cinco militantes de la Juventud Peronista de la resistencia en el año 63, un tema poco abordado: se robaron el sable corvo de San Martín del Museo Histórico Nacional y eso tiene aparejado una historia muy interesante vinculada con la militancia de esos años. Teniendo en cuenta que de los cinco que robaron el sable hay dos que están vivos, y son dos personajes de película.
Biografía de los directores
Nahuel Machesich nació en Rawson, en 1978. Es egresado de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja como periodista. Su primera experiencia audiovisual fue el documental JP Rawson, crónica de una militancia.
Luciano Zito nació en Buenos Aires, en 1975. Es egresado de la Carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires, y Master en Teoría y Práctica en Documental de Creación en la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde la realización de su primer documental Tapados, ha dirigido, producido y escrito numerosos documentales para cine y TV. En 2004 funda LUPA FILMS, productora dedicada principalmente a la realización de documentales en distintos formatos.
* Entrevista realizada en el programa radial «Agite Cultural» en marzo de 2012. (Agencia Paco Urondo). (24-03-21).