LA DORREGO

«Mucho me falta para ser un verdadero Padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella» (Manuel Belgrano)

POR FABIÁN ENZO BARDA (*)

Este día se honra al creador de la bandera nacional Manuel Belgrano, quien el 20 de junio de 1820 en Buenos Aires pasó a la inmortalidad.

La fecha fue decretada por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces Presidente de la Nación Argentina, Roberto M. Ortiz. A partir del año 2011, por decreto nacional, dicho feriado es inamovible.

“EL HIJO DE LA PATRIA”

«Mucho me falta para ser un verdadero Padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella», dijo alguna vez Manuel Belgrano.

Muchas veces las frases de nuestros “próceres” son citadas fuera de contexto, convirtiéndose en verdaderos anacronismos que terminan falsificando nuestra historia; pero, en este caso, bien vale la cita porque sin la más mínima intención de la búsqueda de la notoriedad la vida de Belgrano es el testimonio de quien, sin proponérselo, adquiere una visibilidad en nuestro pasado proyectando hacia un tiempo valores que, precisamente en este tiempo, son escasos: compromiso, lucha, convicción, desinterés, honestidad y vocación de servicio.

Belgrano vivió exactamente 50 años. Nació el 3 de junio de 1770 y falleció el 20 de junio de 1820. Hijo de italianos, su padre era comerciante, estudió en el Colegio de San Carlos (actual Nacional Buenos Aires), luego en Valladolid y Salamanca completó sus estudios de Derecho.

Con 23 años recién cumplidos, con el título de abogado bajo el brazo, regresará al Río de la Plata para cumplir su primera misión oficial, Secretario del Consulado. La nueva institución, creada para el fomento del comercio, fue sin dudas, para el joven Belgrano una tribuna desde la que dio a conocer sus ideas que, en el contexto de una Buenos Aires todavía colonial, servirán como germen para los vertiginosos tiempos que sobrevendrán en el Imperio Colonial Español después de la Invasión Napoleónica a la Península Ibérica.

Belgrano, en la primera Memoria de mediados de 1796, realizó un estudio económico profundo. Bajo el título “Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor”, sintetizó un vasto Programa Económico de Fomento de la Agricultura, la Ganadería, el comercio libre, el desarrollo y protección de la Industria Nacional. Propició la creación de una Escuela Práctica de Agricultores y otra de Comercio. Creó la Escuela de Náutica, la Academia de Dibujo, Arquitectura, Perspectiva y otra de Matemática.

Sus funciones duraron hasta 1809; es decir que las Invasiones Inglesas (1806-1807), lo encuentran como funcionario de la Corona. Participó activamente de la resistencia y cruzó el Río de la Plata para permanecer un tiempo en la Banda Oriental para no prestar juramento, después de la primera invasión, a la corona británica. En la segunda, formó parte de las milicias que motorizarán la Reconquista, que, una vez culminada la experiencia inglesa, serán el elemento fundamental de movilización política y movilidad social de la Buenos Aires de principios del siglo XIX.

El año 1808, será el que marca el destino de América hispana, ya que se produce la Invasión Napoleónica, abdica Carlos IV, cae prisionero Fernando VII, la soberanía del poder revierte hacia el pueblo que comienza a movilizarse. Por aquel tiempo Manuel Belgrano es ubicado como uno de los referentes del “Carlotismo”, movimiento que abogaba por la entronización de Carlota Joaquina, presente en la corte portuguesa en Río de Janeiro, heredera del trono español. No será más que parte de un juego de coyuntura política, como así también de la denominada “Máscara de Fernando” (jurar fidelidad al rey cautivo para formar un gobierno criollo).

En 1809, en Buenos Aires, se produce un motín para derrocar a Liniers encabezado por el comerciante español Martín de Álzaga. Belgrano, junto a otros criollos apoya a Liniers y logra la derrota de los españoles. La Junta de Sevilla decide reemplazar a Liniers por un nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Mariano Moreno, con la ayuda de Belgrano, publica la Representación de los hacendados, solicitando la libertad de comercio. Sublevaciones de Chuquisaca y La Paz. Cisneros decreta la libertad de comercio.

A inicios de 1810 deja su cargo en el Consulado.

Mientras las noticias venidas de España reflejaban el retroceso del movimiento juntista que mantenía su adhesión a la casa de los Borbones, en Buenos Aires se desata la Revolución que, en Mayo de 1810, tendrá a Belgrano como uno de sus principales actores.

El destino, el desarrollo y la consecuencia lógica de la guerra, instalan al futuro creador de la bandera en la facción, junto a Moreno y su primo Castelli, que no solo abogaba por un cambio de gobierno sino también por un cambio social.

Como buen hijo de la patria no preguntó cuál era el destino de su llamado. Debió sortear senderos, huelas y rastros de latitudes tan disímiles como el nordeste y el noroeste del país para llevar en la acción sus ideas.

Será en los senderos y quebradas del norte donde pasará, luego de crear la Bandera Nacional en febrero de 1812, casi toda la primera década revolucionaria.

Alguna vez llamado “generalito improvisado” tuvo Batallas épicas que dieron un vuelvo en el desarrollo de la Revolución como las Batallas de Salta y Tucumán.

Tuvo derrotas dignas que, en Vilcapugio y en la pampa de Ayohuma, que sellaron su destino. Fue reconocido, en ese tiempo, por José de San Martín que en el encuentro en la Posta de Yatasto se terminó de convencer que la recuperación del Alto Perú (hoy Bolivia) era imposible por el norte.

La desobediencia, su rebeldía, fue otra de sus virtudes, Desoyó al gobierno central cuando le ordenaron no utilizar la bandera que él había creado, volvió a hacer oídos sordos cuando se plantó en Salta y en Tucumán cuando las directivas emanadas desde Buenos Aires eran bajar hasta Córdoba.

En medio del vértigo de la guerra y de la lucha contra el poder central, o como parte de esta, pudo llegar al Congreso de Tucumán el 6 de julio de 1816. Los congresales lo escucharon, en sesión secreta, ya que se le había solicitado que expresara su parecer sobre la forma de Estado a adoptar luego de la declaración formal de la independencia. Es bastante conocida su opción por una monarquía constitucional que, presidida por un descendiente legítimo de los antiguos emperadores incas, tuviera por sede la mítica ciudad del Cuzco, en territorio del Perú.

La idea de Belgrano, que contó con la adhesión de figuras emblemáticas como Güemes y San Martín, y fue adoptada por no pocos congresales en los debates.
Llegará ese particular año 20, el de la disolución del gobierno central, el de la formación de las provincias, el de la clausura de la primera década revolucionaria y el de la muerte de Manuel Belgrano.

Ese 20 de junio la opinión pública porteña ponía su atención en la situación política que no terminaba de acomodarse luego de la derrota de Rondeau frente a los caudillos López y Ramirez.

Joseph James Redhead, escocés de nacimiento, su médico personal que lo acompañó hasta el momento de su muerte, destacó en la pobreza en que murió Belgrano en la casa familiar. Este le obsequió un reloj de oro en retribución a tanta lealtad y compromiso.

(*) PROFESOR DE HISTORIA.

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