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Hechos y protagonistas del Pago Chico: Apodos

Por Fabián Enzo Barda

Según Carolina Aguirre, editora de “Bestiaria” y “Cita a ciegas”, “los apodos nadie los busca, se los encuentra de repente y se pegan como un chicle caliente debajo de la suela del zapato. En general, vienen de anécdotas, atributos físicos o del carácter, y los ponen los amigos o los hermanos por diversión”.

El fútbol ha plagado a sus protagonistas de apodos. La cuestión acá no es hacer un racconto de “bautismos” en general sino, desde el fútbol o fuera de él, quienes han sido nominados con motes de futbolistas.

Algunos de ellos por el parecido físico, la asociación del apellido con un grande del fútbol, el fanatismo por determinada camiseta o deportista, un bigote o barba temporal o las pocas virtudes futbolísticas marcaron su identidad a punto tal que de muchos de ellos jamás supimos el nombre de pila y, a esta altura, mejor dejarlo en la fantasía popular.

Quien esto escribe, pasaba todos los días por la esquina de Siria y Presidente Perón, rumbo a “La Florida”, a buscar la pelota de básquet y los tapones para la luz de la Cancha de Sirio, allí “Camacho” Jalif me gritaba “Rugilo”, develada la incógnita la historia es así: “Camacho” era gran amigo de Enzo Barda quien por esas modas epocales durante algún tiempo lució un amplio bigote, su ocurrente amigo, tal vez en el fondo para reafirmar la amistad con un nombre que nadie le decía lo bautizó como “Rugilo” que era el “León de Wembley”, arquero de Vélez que solo jugó 4 partidos en la selección Nacional, uno de ellos consagratorio: el 9 de mayo de 1951 en Wembley, “El templo del Fútbol”, en Londres.

Ese “Rugilo” Barda que jamás se calzó guantes de arquero, intentó alguna vez ser puntero derecho, él le decía “Boyé”, por el “Atómico”, este sí gran delantero, a Carlitos Di Croce, entusiasta del balompié con la camiseta de “Calvo”, persistente ajedrecista, sin dudas con menos atributos futbolísticos que su hermano “Pairú” que jugó en Independiente en los años ’50.

Nunca supimos el nombre de “Pontoni” Chiaradia, no importa, todos lo llamaban por el apellido del afamado crack de San Lorenzo.
Independiente de Avellaneda tiene muchos hinchas en nuestra ciudad.

La familia Sagasti/Alaniz es roja hasta la médula, de ese núcleo salieron “Santoro” y “Yazalde” que daban vida a las tardes de “La Candela”. También en rojo hemos bautizado como “Assman” Ceschan a Mariano, arquero de la reserva de Independiente.

Si de goleadores hablamos, él no lo era pero lo apodaron “Sanfilipo” Macaya, la pasión riverplatense del muy joven, casi niño, Julián Colantonio, gran tenista y “profe” actual de Tenis, lo llevó a que su sobrenombre “Pizzi” arribara a su vida como Juan Antonio lo hizo al país después de su larga y prolífica carrera en España.

Ya que hablamos de atacantes, el misionero Rodolfo “Lobo” Fischer, fue símbolo de San Lorenzo por casi 20 años; aquí en Independiente de Dorrego asomaba Juan Ríboli lo nominaron como el “Lobo” aunque alternaba el mote de “Calacho” por un ex jugador de Villa Mitre. Al que sí le calzó bien la asociación con el nacido en Oberá fue a Carlos Fischer, quien supo jugar como delantero en San Martín, vecino, carpintero y para todos el “Lobo”.

Boca, la mitad más uno del país, como suele decirse, aportó dos sobrenombres que están ligados a los años ’60. Si sos rubio, jugás de marcador de punta es probable que te llamaran “Marzolini”, así le pasó a Carlos Isidro, campeón con el Centro Social Valenciano en 1977; el otro, desde niño lo asociaron con el guardameta Antonio Roma, todos lo conocen como “Romita” Fernández, seguro que fue por su intención de ser arquero aunque terminó jugando en otra posición también en San Román.

Juan Ramón Verón, le pasó el mote de “Bruja” a Rubén Terrón, no por su buena pegada sino porque su mala pegada rompió un vidrio de un pelotazo en su años de estudiante universitario en la ciudad de La Plata. El hijo de Juan Ramón, Juan Sebastián, transfirió a Diego Rodríguez, con mayores atributos futbolísticos que nuestro músico y poeta, quien desde su paso por Ferroviario, Villa Rosa e Independiente es para nuestro ambiente futbolero la “Bruja” Rodríguez.

El parecido físico, su posición en el campo, hoy con algunos kilos de más, jugando en “la cueva”, hacen que el mendocino Gustavo Pastén siga siendo, en El Perdido, “Caneo” (histórico volante creativo de Quilmes).

Garrincha fue un crack mundial, por el mismo desenfado y eterna sonrisa tenemos a nuestro “Garrincha” Guerrero y también a “Pelé” Tello, delantero renombrado en inferiores a punto tal que se lo llama cono Edson Arantes do Nascimento.

Así como tenemos un “Pelé” también tenemos a “Maradona” González, Gustavo quien supo jugar en Progreso.

Y mientras esperamos alguna “Pulga” o “Lío”, “el ingenio popular no descansa”, repetida y remanida frase que calza con el Fútbol y sus apodo. (Fuente Ecos de mi Ciudad). (19-02-23).

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