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Gastón Cansina: «Me queda poco tiempo para disfrutar del fútbol»

Foto: Semanario Ecos de mi ciudad

NOTA ESCRITA POR MANUEL MENDIONDO EN EL SEMANARIO ECOS DE MI CIUDAD

Cacón. El fenómeno que apareció una tarde del 2003 en la primera de Ferroviario. El alma y la razón de varios goles de Gastón Rossi fue un pibe de 17 años. Un chico llamado Gastón Cansina, que apenas saltó en cancha fue clave. Un mocoso que no tenía ni antecedentes ni cartel, pero que tenía fútbol. Era la época de las grandes contrataciones. El tandilense Rossi, el tandilense López, el bahiense Sancho… Ferroviario buscaba el equipo. Y aparece Cacón. Aparece ganando con su gambeta. Aparece ganando con su cintura. Aparece ganando con su talento de jugador de potrero, donde el potrero parecía desechado ya definitivamente como fuente y cimiento de buenos jugadores. Y después, todo el proceso. El fenómeno que se hace referente. Es el Gastón que nunca más se llamará Gastón porque ya la gente desde el alambrado le puso Cacón… Por simpatía y por protección… Porque el Cacón es mucho más afectuoso, mucho más cálido que el Gastón a secas. Y porque al llamarlo Cacón todos saben que es todavía un chico, que todavía se le pueden perdonar muchas macanas y muchos errores… Ese chico que es uno más de los que nacen en el Hospital Municipal, en cien años… Ese chico, tercer fruto del matrimonio que enlazó a Pedro y a Rita, que se crió en esa pequeña y precaria casa pero de corazón grande con la abuela Mari, con sus hermanas Gabriela, Daiana y Florencia. Después llegarían Stefania y Victoria… Después la infancia, los primeros juegos con su hermano mayor, Martín, Ivan Codagnone, Javier Leonardi, Patricio Madariaga y los hermanos Lombardelli… Y acechaba la noche y continuaban jugando a la pelota debajo del foco de luz naranja en la calle… Después la escuela primaria, la número 21, Gregorio Juárez e Yrigoyen, la misma esquina que guarda un pedacito de recuerdos del tango… Las notas en lengua, cuando “lengua era lengua” en la denominación del espacio curricular, en matemáticas o en historia no siempre eran las mejores… Pero, es que también existen otros valores. Mucho más humanos y con menos frivolidad que el número que juzga el conocimiento… Después, el mate cocido por la mañana para ir a la escuela Agraria durante dos años… Después los primeros años en las divisiones formativas de Ferroviario, la cercanía, la herencia de papá… Después los integrantes adolescentes de la “86” que llegaron a la primera, el “flaco” Yezzi, el “colorado” Menna, el “titi” Márquez, el “tiki” Madariaga, “Leo” Escobar… Definitivamente por las venas de la familia Cansina corre una sangre “no-roja”. Una sangre amarilla y negra que viaja de pies a cabeza y bombea el corazón por los siglos de los siglos. Así nació Cacón… Y así quedó, ya establecido de antemano, la atención que todos le concedieron desde el primer momento al influjo de su cara de atorrante y de su gambeta genial…

EL AUTÉNTICO GASTÓN

2018. En una de las primeras casas de la calle Martín Fierro, a la noche, un mantel y un bife con ensalada mixta de tomate, lechuga, zanahoria y choclo. Enfrente, del otro lado de la mesa está Gastón. O Cacón. Está Gastón con sus treinta y dos años cumplidos. Y está Cacón en la cara y en la vestimenta. En la preocupación de Gastón que piensa en que no les falte la comida a sus hijos y su señora, que piensa en el resto del clan familiar. En los colores primarios de la ropa de Cacón, y en ese pantalón jogging sobre la cintura famosa. Y los dos son uno. Aunque Cacón trate de convertirse en Gastón cuando habla, tratando de imponerle a las frases la seriedad que le niega el gesto desenfadado… Pero la reflexión está y es cierta. Y por sobre todo, asoma esa sinceridad que nunca dejará de abandonarlo… No vamos ahora a descubrir a Cacón, pero no podemos dejar de reconocer que la simpatía sigue vigente y que el reportaje debe sujetarse invariablemente al ritmo espontáneo que le fija Cacón… A esa frase dicha sin ninguna solemnidad, con esa gracia que es al mismo tiempo una disculpa, con ese encogimiento de hombros que desarma, que impide el cuchillazo a fondo de la pregunta hiriente… Y aunque la intención no sea herirlo, no sea buscarle el lado más frágil de la llaga, uno se da cuenta de que no podría hacerlo… Y además tampoco hace falta llegar al extremo de lastimarlo, porque ante la menor insinuación Cacón se entregará abiertamente en la conversación… Sin el menor reparo y con la más absoluta de las franquezas…
“Yo sé que la gente después de dos años sigue diciendo que me fui de Ferroviario por la guita. Pero… No tuve ningún argumento para defenderme… ¿Qué querés que haga? Por supuesto que me dolió como me sigue doliendo hoy. Reconozco que el campeonato 2016 no fue el mejor pero corría atrás del camión de residuos toda la noche y trabajaba como peón de albañil cuando me levantaba a la mañana siguiente. Mi señora estaba sin trabajo y tenía una familia que mantener con dos hijos. Reconozco que no rendí lo suficiente dentro de la cancha como en otros años… Pero, no me dieron ningún tipo de explicaciones pero por dinero no fue…”
– ¿Y apareció San Martín?
– Con el sueldo que me ofreció San Martín pude pagar el alquiler de mi casa. Antes me costaba mucho… Como cambian las cosas que hasta me di el lujo de parar en el puesto como peón… Siempre estaré eternamente agradecido con el “Toco” (Moyano), mi amigo, que me ofreció un trabajo cuando más lo necesitaba. Me hice tiempo para entrenar, disfrutar de mi familia y descansar. Con Ezequiel (Grouleff) entrenábamos doble turno y no es casualidad el rendimiento que tenía ése equipo, que tenían los mediocampistas, que tenía yo jugando de 9…
Y ya está en las primeras dos respuestas, pintado de cuerpo entero… La sinceridad en el reconocimiento de su opaca temporada, ¿motivo de su salida de Ferroviario?, de su realidad económica, de su primera preocupación, su familia… de trabajar de lo que fuese para llevar el pan a casa…
–¿Existió alguna posibilidad de que recién en San Martín hayas ganado una tranquilidad que no tenías antes dentro de la cancha?
–¡Claro que sí! Uno cuando se va del club que uno es hincha empezás a pensar verdaderamente como jugador… Llega el domingo, jugás y te vas a casa. En cambio… en Ferro me preocupaba por muchas cosas, desde armar la utilería hasta vender “numeritos” para una rifa. Todo eso juega en contra…
–¿El respeto te lo ganaste en la cancha o en la calle…? ¿O ambas…?
– Tengo la idea de que el respeto me lo gané en la calle por ir siempre de frente… Por poner la cara por los amigos… Por pelear por esa camiseta pintada de color amarillo y negro. Todas esas cosas las trasladé después a la cancha. Mirá… antes no me importaba nada y cuando me buscaban, reaccionaba sin pensar en las consecuencias posteriores. Te confieso que mi mentalidad cambió rotundamente cuando estaba en Río Colorado… En un partido por los dieciseisavos de final de la Copa Argentina, iban veinticinco minutos del segundo tiempo, perdíamos uno a cero y un hincha de nuestro equipo me gritaba que “ponga la pata”, que corra… Lo escuché hasta que le apliqué un codazo descalificador a un rival… Me echaron. Me había vuelto loco. Me había hartado… No me había importada nada que en la cancha estuvieran mis viejos. Salí para buscarlo y cuando di con él me encontraba ante un hombre de lentes, de uno sesenta años, .. De todas formas, algunas “cositas” le había dicho, je.. Ese partido lo terminamos ganando dos a uno y el presidente del club me citó después a la oficina para decirme que el altercado que tuve fue con su papá. Me quise morir… El señor no apareció más por la cancha mientras estuve… Desde ese día me propuse que tenía que haber un cambio en mi conducta porque me queda poco hilo en el carrete… Hoy el respeto lo tengo y logré tener la capacidad para ignorar lo que digan desde afuera…
Ahora la cara de Cacón tomó una seriedad que lo convirtió en otro. Ahora parece Gastón, el de treinta y dos años, el que habla… Y el tono parece convincente. Parece tener la madurez del hombre reposado… ¿Será una pose? ¿Será una promesa más, de ésas que se dicen por compromiso? Hummmm… La cara del hombre que está del otro lado de la mesa aprovecha la llegada de su hija para extenderse en una sonrisa…
–¿Por qué recién ahora?
–Por que, como te dije antes, me queda poco tiempo para disfrutar el fútbol… Hoy me dediqué más a jugar y aprendí a pensar. El año pasado me perdí un solo partido por expulsión… Hoy, apenas llegué a cuatro amarillas… Mirá si cambié, je…
–¿Cuál fue tu mejor gol?
–Creo que tuve dos muy lindos. El día del debut de Independiente de Río Colorado en el torneo federal “B” cayó en el día de mi cumpleaños, el dieciséis de septiembre. Jugamos con Maronese de Neuquén y convertí con un remate de aire, fuera del área al segundo palo del arquero, la pelota pegó en el palo y luego entró. Fue el primer gol de Independiente de Río Colorado en esta competición. Fue en Neuquén y empatamos en un tanto… Y el segundo se lo hice a “Bebo” Estebanez el año pasado cuando jugaba en San Martín. Se la “pinché”, je… la pelota lo superó en la salida a la medialuna y se metió en el arco…
–¿Qué función cumplís en Atlético?
–Aportarle orden para defender y desorden para atacar. Sí… desorden. Partir desde el circulo central, a veces más retrasado a veces más adelantado cuando se que Tello me cubre la espalda y jugar por las bandas, con mayor inclinación para volcarme hacia la derecha. Tan mal no está saliendo… Siempre traté de adaptarme a cada petición de los técnicos. He jugado hasta de “seis” en Río Colorado y como último hombre en Ferroviario para suplir la expulsión del central en un partido…
Ya estábamos con las últimas gotas de café… Y no tenía otro remedio que creele. A pesar de seguir teniéndole miedo a ese Cacón que cargó con todas las culpas… A ése que era capaz de prometer una cosa y después olvidarse… A ése al que no le interesaba siquiera destacarse y que lo felicitaran las maestras por obtener la nota más alta… A ése Cacón que ahora está acusado por el dedo implacable de Gastón Cansina… Ese, que no encuentra los motivos de la salida de Ferroviario. A ése, el mismo que era el hijo, el hermano y el ídolo de la familia, que aún conociendo sus debilidades lo pedía en el equipo, aunque después lo criticaran los de afuera… A este Cacón que asoma en la ropa de colores y en la chispa picaresca de un gesto intencionado…
Cuando el Fiat Siena modelo 98 arrancó con una primera suave y endeble me volvió la duda… El que manejaba era Cacón…

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