Trabajo en casas particulares: feminización de la pobreza y precarización laboral con la excusa de «ser parte de la familia»
Georgina Sticco, de Grow Género y Trabajo, analiza cómo y por qué el trabajo en los hogares está tan desvalorizado.
Nota de Samantha Plaza Monroy en Big Bang News
«Nadie nace para puta, ni para limpiarle las bombachas a una feminista blanca, ni para policía. Nadie nace para nada, en todo caso nacimos empobrecidas», expresó la secretaria general del Sindicato de Trabajadorxs Sexuales de Argentina, Georgina Orellano. El 31 de marzo se conmemora el día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, trabajo relacionado con las tareas de cuidado que históricamente se designa a mujeres.
Con el desembarco de la política económica de Javier Milei, este tipo de trabajo queda todavía más precarizado. El salario de cada una de las trabajadoras se calcula con lo que se fijó como salario mínimo de $202.800, monto que queda corto si se piensa en los ajustazos en las tarifas de la luz, el gas, los servicios de salud, de educación y hasta del transporte público.
¿Quiénes son las mujeres que realizan las tareas del hogar? ¿Por qué es tan difícil que los empleadores e incluso empleadoras no registren a las trabajadoras? Estas preguntas fueron abordadas por Georgina Sticco, directora y Cofundadora de Grow Género y Trabajo que analizó estas y otras problemáticas a las que se enfrentan las identidades feminizadas que se encargan de las tareas de cuidado de hogares de clase media y alta y que emplean a mujeres empobrecidas y vulnerabilizadas para trabajar por un poco más que un salario mínimo en condiciones -la mayoría de las veces- muy precarias.
¿Si hablamos sobre trabajadoras del hogar, se podría decir que es uno de los trabajos más invisibilizados que tiene la sociedad?
Está poco valorizado porque es un trabajo que en Argentina es un trabajo muy precarizado tanto a nivel de registro: solamente el 23% de las personas que trabajan en casas particulares están registradas -en Uruguay por ejemplo, están registradas en un 54%- pero también tiene que ver con los niveles de los honorario, con los beneficios que se tiene por hacer ese tipo de trabajo y en ese sentido sí está poco valorizado.
Invisibilizado es difícil pensarlo porque todos lo necesitan, sobre todo el tema de las tareas de cuidado: hay una cadena que se produce en función de que una puede salir a trabajar porque hay otra persona que te cubre cuando vos tenés responsabilidades de cuidado.
Cuando estás trabajando y tenés responsabilidades de cuidado, se vuelve una necesidad no es un lujo.
Hemos visto lo precarizado que estaba (el trabajo en el hogar) porque en cuanto nos pasó una pandemia por encima, fue uno de los trabajos más difíciles de sostener y al estar tan precarizado era muy fácil dejar de perder esa vinculación laboral.
Y hay algo ahí también muy interesante que tiene que ver con cómo se percibe la persona que realiza ese trabajo, si se sabe trabajadora. Porque la persona que emplea lo considera una necesidad y lo pone dentro del ámbito más familiar y eso lleva muchas veces a justificar por qué está tan precarizado. Algunos estudios identifican que quien emplea, muchas veces está en una situación de que no registro… Entonces si vos no tenés derechos, cómo hacés para dárselos a otros.
Entonces, la mayoría de las trabajadoras del hogar terminan siendo mujeres…
El 98,5% de quienes trabajan en este tipo de tareas son mujeres. Esto tiene que ver con la estructura por la cual a las mujeres nos han educado para hacer determinadas tareas; el problema no es el trabajo en fin, el problema es que tiene que ser valorizado, tiene que estar bien pago, tiene que estar registrado y podría hacerlo cualquier persona y que como lo hacen las mujeres, entonces se paga menos.
Además está el tema de los escenarios donde trabajan las mujeres definidos por las Naciones Unidas como por ejemplo el concepto de «techo de cristal»; pero que explica la situación de las mujeres trabajadoras en casas particulares es el «piso es pegajoso», que es esta sensación de que estás en un trabajo que nunca te permite despegar.
Primero porque tenés doble carga de trabajo: la carga de tu casa más la carga del trabajo que estás haciendo, entonces no tenés no tenés tiempo por afuera ese trabajo para formarte o no tenés el recurso económico porque el recurso económico; entonces quedás atrapada en ese circuito, uno no crece porque no quiere, no crece porque no puede, porque no tiene el recurso material ni simbólico ni los apoyos necesarios para poder hacer otra cosa.
¿Qué políticas públicas ayudaron a sacar a esas mujeres de ese piso pegajoso?
El Registradas es fundamental, que es el programa por el cual se apoyaba el registro de las trabajadoras del hogar. Fue clave para formar a la gente que emplea en que registrar tiene que ser una obligación.
También podría ser una posibilidad dar talleres que puedan hacerse en horarios accesibles porque en general las mujeres cuidan, entonces tenés una actividad que va después de la escuela y seguramente esa mujer tiene que estar cuidando un niño.
Desde ese punto de vista, hay que pensar la salida laboral de punta a punta: desde cómo cubrir la formación de aquellas personas que todavía no están formadas, a cómo acompañar para que consiga una propuesta laboral que sea acorde a sus necesidades.
Así como esas mujeres resuelven el cuidado para otras… ¿a ellas quiénes se lo resuelven?
El trabajo del hogar se nota cuando no está hecho… ¿Coincidís con esa afirmación?
A full. Cuando vos te das cuenta de que la ropa no se lava, de que la comida no se hace sola, de que a los niños hay que llevarlos a las actividades, ahí se ve la importancia que tiene ese cuidado.
Ese es el problema del trabajo del cuidado -tanto pago como el remunerado- no se valoriza. Pero está medido el impacto en el PBI: es un 17%, es más que cualquier industria… entonces ¿por qué se cuenta como un trabajo?
Además, una reflexión es que quienes realizan ese trabajo en general son personas muy vulnerables por los universos económicos, porque son personas migrantes, porque impacta también la cantidad de hijos que tengan.
¿Entonces podrías decir que el trabajo doméstico no es amor?
No, no es amor; es trabajo. Es un trabajo que uno puede tener vocación para hacerlo, pero eso no significa que sea poco valorizado, tiene que estar registrado o que tenga su costo que esa persona pueda tener una vida autónoma a partir de ese lugar desde de hacer ese trabajo, no? (11-04-24).