40 años de Democracia en Dorrego / Nota 12: De la territorialidad a “la grieta”
Por Fabián Enzo Barda
Una de las características fundamentales de la política hacia el interior de las provincias argentinas es la cuestión de la denominada territorialidad política. Esto significa que más allá de la pertenencia a partidos nacionales las cúpulas locales, muchas veces, no se alinean automáticamente con la política y las directivas de las conducciones nacionales. Además, en muchos distritos provinciales, se han constituido, muchas veces producto de las divisiones de los partidos tradicionales, fuerzas políticas provinciales que han ejercido el poder durante décadas, el caso más longevo es el del Movimiento Popular Neuquino de los hermanos Sapag o los treinta y tres partidos que integran Encuentro por Corrientes la multitudinaria alianza electoral que llevó al radical Gustavo Valdés a la gobernación. Esto se traslada también en alguna exitosa performance electoral de partidos vecinales a nivel municipal. Más allá de esa particularidad hoy son menos los ejemplos de territorialidad bien marcada o acotada a un distrito en regiones del interior, como, por ejemplo, la Sexta Sección. El mapa electoral de los últimos comicios para el cargo de Intendente, año 2019, mostró cierto equilibrio en la distribución de gobiernos “macristas” y “kirchneristas”, sumándose dos distritos vecinalitas, Tres Arroyos y Villarino.
La situación cambió en la elección de medio término, 2021, cuando ese mismo mapa se tiñó de amarrillo por el predominio de Juntos por el Cambio.
La evolución política de los últimos tiempos ha demostrado que si bien la territorialidad y “los bastiones” perduran, se ha generado, producto de los cambios políticos y de los realineamientos de las dos grandes fuerzas que hegemonizan el electorado en el país, una “nacionalización” de las elecciones locales. Esto se ha evidenciado en los últimos comicios en el distrito de Coronel Dorrego. No es un dato menor como el denominado conflicto del campo o de la 125 produjo la apropiación del sector oficialista del discurso del campo, tomado como efecto galvanizador de los sectores que conformaron en su momento Cambiemos y, hoy, Juntos por el Cambio. Dato no menor porque en la historia de los últimos 40 años de Democracia la relación de los gobiernos radicales con la Sociedad Rural y los sectores agropecuarios fue fluctuante. En el verano de 1985 multitudinarias Asambleas del sector del campo en el Centro de Jubilados de Coronel Dorrego levantaron su voz contra la retenciones en tiempos de Alfonsín y la progresividad la de Tasa a la hectárea fue todo un tema de conflicto hasta la llegada del Dr. Testani al gobierno local.
En una perspectiva histórica después del “Orden Conservador” de los inicios del distrito, el radicalismo a partir de nombres significativos como el de Antonio B. Costa, los hermanos Maciel y los hermanos Durañona comenzó a construir desde la territorialidad y el poder personal “el Dorrego bastión radical”.
En tiempos del primer peronismo la preeminencia de los boinas blancas se cimenta en las figuras de Guillermo Aiub, Nírido Santagada y Emilio Durañona, este último venía de la primera camada de Intendentes radicales. La U.C.R.I (Unión Cívica Radical Intransigente) y sus derivados mantendrán vigencia hasta 1973. La vertiente del Radicalismo del Pueblo se referencia en la figura del Dr. Ricardo Fuertes quién, en tiempos que la Intransigencia predominaba en el distrito, lograba posicionarse entre los dirigentes más importantes del país llegando a ser Convencional Constituyente en 1957, Diputado Nacional a partir de 1958 y Ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires en el gobierno de Anselmo Marini (1963-1966).
La salida electoral de 1973 signada por el clima de los años 70 abrevó aquí en la referencia de un caudillo político que ya había gobernado en dos oportunidades. El triunfo del Dr. Nírido Santagada con la sigla del flamante Partido Intransigente formando parte de la Alianza Popular Revolucionaria es muestra de territorialidad y poder personal. Resaltamos esa situación porque si bien el arco político de los años 70 se había corrido hacia la izquierda (la plataforma de la UCR par los comicios de 1973 incluía la reforma agraria), la Alianza Popular Revolucionaria con la fórmula Alende-Sueldo incluía al Partido Intransigente, Partido Comunista, Partido Revolucionario Cristiano y Unión del Pueblo Argentino. Para los votantes dorreguenses Santagada seguía siendo un radical intransigente, en el armado del flamante Partido Intransigente pertenecía al V.T.R., Viejo Tronco Radical.
Desde 1983 en adelante se consolidan dos figuras, Eduardo Gagna y Osvaldo Crego.
Eduardo Gagna, cuya militancia juvenil se ubica en los agitados años de la década de 1970, se ubica a inicios de la transición democrática, primero enfrentando a los sectores más ortodoxos que habían logrado imponer la candidatura de Herminio Iglesias como candidato a gobernador para los comicios de 1983 y a partir de ese posicionamiento militó muy fuertemente por la denominada Renovación Peronista que tenía a Antonio Cafiero como principal referente.
El Peronismo local, más allá del protagonismo de Gagna, llegará al gobierno de la mano del Dr. Pedro Juan Testani. Su poder personal fue a partir de la gestión. Dejó para otros las cuestiones partidarias, situación que repercutió sobre todo en su segundo mandato y en su intención de ir por una segunda reelección.
En cambio, Osvaldo Crego no dejó “cabos sueltos”. Redefinió al radicalismo a mediados de los 80 en su lucha interna con el alfonsinismo representado por José Francisco Nomdedeu, se adaptó a la transición de 1999 con la Alianza (él había experimentado cierta transversalidad en su primer gobierno en 1987) y consolidó su poder personal en la gestión y en la dramática reelección del 2003. Además “alambró” Dorrego desalentando la presencia de dirigentes y candidatos seccionales y nacionales de su propio partido. Su estilo no le dejó margen para la continuidad de su movimiento. El “creguismo” no terminó en un “neo-creguismo” aunque hay un “creguismo” residual en los seguidores de dirigentes como Juan Carlos Chalde, Silvio Canavesi y Fabián Zorzano, pero no hay otro Crego.
El Dr. Zorzano (foto), en sus dos gestiones de gobierno, se mantuvo con el empuje de la consolidación radical anclada en su imagen positiva y su carisma. Además, su gobierno se desarrolló en medio del conflicto del campo que redundó en el peor momento del Peronismo local que no llega a alcanzar representación en el Concejo Deliberante en 2011. A diferencia de Crego no se sintió tentado por las cuestiones partidarias. Desarrolló un personalismo muy “sui generis” que lo mantiene con altísima imagen positiva desde su irrupción como director del Hospital Municipal en el año 2003, manteniéndose desde ese entonces en la función pública.
Las dos gestiones del contador Raúl Reyes están atravesadas por la conformación y consolidación de las dos estructuras políticas que monopolizan la política argentina. Se pierde territorialidad, más allá de la vigencia de la idea “Dorrego bastión radical”. La U.C.R. local maneja muy bien la cuestión partidaria hacia adentro pero totalmente identificada y consustanciada con el “macrismo” hacia afuera. Situación que se ratifica con la consagración del Contador Chalde como candidato a Intendente (no tiene oponente interno en las PASO). Chalde es quien más cercano se encuentra al discurso “del campo”. Incluso días atrás, oportunidad de la Asamblea de la Sociedad Rural, se sentó en la cabecera del conclave ruralista ya consagrada su pre candidatura para las primarias y el Presidente de la filial local de la S.R.A. integra la lista de Concejales de Juntos por el Cambio.
El enigma es que deparará el futuro político más allá de las contiendas electorales de agosto y octubre y la asunción del próximo gobierno porque estos alineamientos a punto de cumplir una década de vigencia lejos de la disolución parecen encaminados a seguir marcando la agenda política de los próximos años.
Se ha dado en la Argentina un realineamiento, obviamente referenciado en la construcción dual que atraviesa la historia como país, no ya en estructuras políticas tradicionales si no en dos formas de concertación una hacia la derecha que incorporó sectores que parecían irreconciliables y la otra, hacia la centroizquierda que, en esta circunstancia electoral, teniendo en cuenta su fórmula presidencial, ha anclado en posiciones más de centro. (Fuente Ecos de mi Ciudad). (13-08-23).