Política

Trump y la ingeniería del error: ¿qué resultado es una victoria para Milei?

La Casa Blanca pretende que LLA gane la elección de octubre. ¿Qué chances tiene el gobierno? Once pistas para leer el resultado del 26O.

NOTA DE PABLO IBAÑEZ EN CENITAL

—Ni nosotros ni nadie puede manejar lo que dice Trump.

Desde Washington, en boca de un funcionario argentino, la frase es pura resignación. Lo que pudo ser un martes dorado para Javier Milei se convirtió casi en una catástrofe política y comunicacional. Podrían, con las horas y por goteo, llegar anuncios –como el swap y algún tratamiento preferencial en el comercio bilateral– pero el golpe de efecto, en medio de la campaña para las elecciones del 26 de octubre, se perdió.

Milei, el varias veces renacido, entró en una dinámica del error propio y ajeno. Tras el primer salvataje de EE. UU. vía tuits de Scott Bessent, hace algunas semanas hablamos en esta columna de Milei como de un presidente de cisnes negros porque, en medio de las peores crisis, aparecía algo que le permitiría sobrevivir. Por momentos, parece que todos los cisnes de Milei tienden a ennegrecerse en un sentido negativo.

El shock a la baja de los mercados apenas trascendió que Trump condicionó el respaldo futuro de EE. UU. a una victoria de La Libertad Avanza (LLA), pudo pecar de exagerado –según la apreciación de un portavoz oficial– pero evidenció dos distorsiones: que en el Círculo Rojo no existe ninguna certeza sobre un eventual triunfo libertario en las urnas y que el compromiso de la Casa Blanca con Milei luce demasiado lábil.

Todo, en medio del equívoco de Trump sobre lo que se vota en Argentina, si está en juego la reelección de Milei –como lo dijo en el encuentro anterior y lo que se interpretó de sus declaraciones, en las que incluso habló de los progresos de los últimos “cuatro años”, dos de los cuales gobernó el Frente de Todos– o unas “midterms”, legislativa intermedia, como especificó horas después en un mensaje en Truth, su red social.

¿Puede ganar Milei?
No es, claro, lo mismo una presidencial que una legislativa, pero aclarado (?) ese punto aparece otro interrogante mayor: ¿qué chances tiene LLA de ganar las elecciones del 26 de octubre? La intervención en coro de los voceros oficiales, de Patricia Bullrich a los Caputo, Luis y Santiago, retraduciendo a Trump, aparece como un ejercicio menor porque de facto, el propio Milei le dio, antes que su par de EE. UU., dimensión de elección de vida o muerte.

Hay, en verdad, una pregunta previa: ¿qué resultado le permitiría al Gobierno decir que ganó la elección? Acá se abren varias dimensiones, unas más amables para la interpretación de la Casa Rosada y otras más inquietantes. Veamos:

UNO. LLA es la única marca electoral que compite en los 24 distritos del país. Fuerza Patria, el sello oficial del peronismo K y afines, está en 15 distritos. La izquierda del FIT en 22. Si hubiese un escrutinio nacional que agrupe votos según marca electoral, LLA tiene –salvo una catástrofe– la garantía de ser el partido más votado a nivel nacional. Con esa lógica, si ganar es ganar aunque sea por un voto, Milei podrá mostrar que ganó y dejar tranquilo a Trump, Scott Bessent y la intelligenztia del Partido Republicano.

DOS. Pero cualquiera que escarbe un poquito y quiera medir, de verdad, el resultado electoral tendrá que hacer otro ejercicio: sumar, más allá de las marcas, lo que acumulará el peronismo el 26 de octubre. Es ridículo pensar que los votos que obtengan Defendamos La Pampa de Sergio Ziliotto o Defendamos La Rioja de Ricardo Quintela, el Frente de la Victoria de Gildo Insfrán en Formosa, las distintas “Fuerzas” –Entre Ríos, San Juan, santacruceña– o el Frente Justicialista de Mendoza no deben ponerse en la misma cuenta que Fuerza Patria. Ahí, la certeza matemática respecto a que LLA será el espacio más votado se pone en debate y ya entran a jugar las proyecciones. En las encuestas, que miden LLA y peronismo/kirchnerismo, estiman una paridad aunque el oficialismo parece estar un poco arriba.

TRES. Una sumatoria sui géneris del voto peronista –a la que adhiere el autor, lo que no implica que sea la que asuma Cenital– es considerar al panperonismo como parte de un todo, donde acumulan Fuerza Patria y las demás denominaciones anexas, pero en la que hay que excluir a las versiones cordobesistas de Juan Schiaretti y de Florencio Randazzo, en provincia de Buenos Aires, que compiten con la marca Provincias Unidas. Ahora: si se acumula por peronismo anti Milei ¿no debería entrar en la cuenta de FP y afines los votos que reúna Natalia De la Sota en Córdoba? Algo más: las listas no FP del peronismo, como la de diputada Carolina Gailard en Entre Ríos o Defendamos que patrocina el intendente de Río Grande Martín Pérez, deberían entrar en la cuenta grande del panperonismo. Es otra discusión, que no se aborda ni se salda aquí, sobre cuánto es K de ese panperonismo.

CUATRO. Del mismo modo, es posible debatir –a juzgar por el comportamiento político y legislativo– si es acertado sumar los votos y bancas que obtenga Primero Tucumán, el sello de la unidad que en esa provincia lograron Osvaldo Jaldo –el primer gobernador filo Milei, ahora crítico– y Juan Manzur. Los diputados de Jaldo no están en el bloque FP y han sido, en muchas votaciones, funcionales a la Casa Rosada. Pero entre los que ingresarían a la Cámara hay al menos uno, Javier Noguera, ex intendente de Tafí Viejo, que más allá de su acuerdo local con Jaldo, tiene terminales más cercanas al PJ nacional y a Fuerza Patria. Con la misma lógica –y lo expone ante Cenital un operador libertario–, ¿cómo hay que evaluar lo que aporte FP de Catamarca donde el gobernador Raúl Jalil tiene un vínculo de empatía con el gobierno y más de una vez puso o sacó votos para ayudar a LLA? Con idéntico criterio podría objetarse la solidez de los acuerdos de LLA con Leandro Sdero en Chaco, Rogelio Frigerio en Entre Ríos o Alfredo Cornejo en Mendoza. LLA hará una sumatoria total de esos votos como propios y, si se hace una biopsia, no todo es suyo sino que una parte la aportan los gobernadores.

CINCO. Es tan importante el resultado electoral como la interpretación del resultado electoral. Por eso, el peronismo se prepara para hacer su propio conteo acumulativo para poder sumar, la noche del 26 de octubre, los votos del panperonismo –acumulando las distintas marcas– opositor a Milei. Lo mismo hará LLA cuando cuente sus 24 afluentes de votos y divida, con lógica a veces válida a veces forzada, los votos del peronismo.

SEIS. Ahí, sin embargo, aparece otro factor, que exploró a grandes rasgos Morgan Stanley en sus tres escenarios –más de 40 es un triunfo, entre 35 y 40 es razonable, entre 30 y 35 es derrota– y tiene que ver con el número nacional de LLA. Una comparativa posible, sobre todo si se mide el voto antiperonista (o no peronista), es con la elección de Cambiemos en 2017, en la que el oficialismo de Mauricio Macri obtuvo 42% a nivel nacional y ganó en trece provincias, entre ellas Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Se puede presumir –si aplicamos la lectura de Javier Correa, de Ac Hoc– que cualquier resultado por debajo de los 40% es, para Milei, malo porque no contiene el potencial voto antiperonista. Si está por debajo de 35% nacional, el panorama es preocupante porque ubica a LLA muy cerca del núcleo duro, aquel 30% de la general de 2023, es decir perdiendo voto blando.

SIETE. Tiene, La Libertad Avanza (LLA), otra forma de medir la elección que casi inevitablemente le permitirá decir que ganó. Ya lo hizo Milei, la noche del 7 de septiembre –a pesar de la paliza por casi 14 puntos que sufrió en las elecciones provinciales bonaerense– aumentó la cantidad de bancas propias en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Ahí hubo otro error, parecido al de Trump con la elección de octubre: el propio libertario sobredimensionó la trascendencia de la votación en PBA y se lanzó a la fallida tarea de “erradicar” al kirchnerismo, y no solo tuvo una derrota terrible sino que evidenció la fragilidad del gobierno.

OCHO. Simple: en octubre, LLA aumentará la representación en Diputados y en el Senado. Renueva muy poco –en 2021, LLA solo compitió en CABA y Avanza Libertad, la marca del denostado e investigado por lavado José Luis Espert– así que la ecuación legislativa será positiva. Hay, sí, una interpretación más fina: meses atrás, cuando el oficialismo se preparaba para una elección aplastante, se hacían cuentas sobre cuán cerca quedaría el Gobierno de tener quórum propio en Diputados, es decir 129. Jamás podría lograrlo solo pero una buena elección, con victorias en PBA y territorios que reparten muchas bancas –como Córdoba y Santa Fe– podía arrimar a LLA a entre 90 y 100 diputados propios que, con alianzas –con una victoria en la intermedia sería más fácil lograr apoyos y aliados–, le permitiría orillar. Esa foto hoy aparece difusa.

NUEVE. “Hablábamos de sumar votos y ahora cuidamos vetos” dijo, no hace mucho, un operador para explicar el cambio en la tendencia política. Hay que leerlo bien. Sumar votos implicaría juntar volumen de bancas y músculo político para hacer lo que pide la Casa Blanca y el FMI: reformas estructurales. Eso sería, en la lógica básica, un gobierno que está a la ofensiva. “Cuidar vetos” es lo contrario: un gobierno a la defensiva que se preocupa por tener el tercio imprescindible para bloquear leyes impulsadas por el Parlamento. Lo segundo, salvo un desastre electoral, estaría al alcance de la mano.

DIEZ. Sin escrutinio nacional oficial –las pantallas, si se cumple la normativa de otras intermedias, no contempla una sumatoria sino resultados provincia por provincia-, habrá otra pantalla, simple y de mucho impacto, a la hora de mostrar el resultado: la cantidad de provincias que se pinten de violeta. En Casa Rosada estiman que LLA ganará en CABA y en seis provincias. Sería el resultado de tener una elección en la que, dicen, pierden por 2% a nivel nacional contra la sumatoria peronista. La estimación de derrota –o contar la estimación de derrota– puede ser también una forma de generar pánico y buscar despertar a votantes dormidos.

ONCE. Pero la lectura del mapa –que es como mirar los dibujitos de un comic sin leer diálogos y viñetas– puede ser engañosa. En esa imagen será determinante, por caso, lo que ocurra en Córdoba y Santa Fe donde LLA aparece con ciertas chances, más en la segunda que en la primera. Lo que no parece probable, aun con victorias, es que esté muy lejos del tercio de los votos, cuando en esos mismos territorios, la imagen de Milei hace tres meses estaba cerca del 50% y la aprobación de gestión rondaba los mismos números. Más fácil: la provincia pintada refleja una victoria pero no es precisa sobre la dimensión, mucha o poca, de esa victoria. (15-10-25).

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