Teatro en el andén: la obra que movilizó a El Perdido

NOTA ESCRITA POR ANAHÍ GONZÁLEZ PAU EN LA NUEVA.

«Poner en valor el andén de la estación, un lugar tan emblemático para los pueblos chicos, nos regaló una noche muy linda entre los rieles».

La frase corresponde a Cali Peciña, vecino de El Perdido -pueblo de Coronel Dorrego de 980 habitantes- e integrante del grupo de teatro Renacer Abel Chaluf que no escatimó esfuerzos y entusiasmo para presentar ante unas 100 personas la adaptación de la obra La Isla Desierta, de Roberto Arlt, en la Estación José A. Guisasola, con dirección de Mauricio Zaquieres.

Peciña, el único hombre que integra el grupo, comentó que se vivió una noche distinta en la cual se convocó a compartir un espacio de arte y de reflexión en el andén con el apoyo del área de Cultura del Municipio.

El grupo se reúne desde 2010 a ensayar una vez por semana en el Centro de Jubilados aunque este año en cuanto se determinó la nueva locación los ensayos se trasladaron a la estación que se encuentra restaurada.

El nombre Abel Chaluf se impuso al grupo en homenaje a un director de teatro y actor que vivió en el pueblo y quien hizo un gran aporte al teatro cuando pertenecía al Club Progreso.

El vestuario estuvo a cargo del elenco integrado en su mayoría por mujeres y se hicieron varias pruebas hasta llegar a la versión definitiva del día del estreno que fue el pasado miércoles 6.

«Notamos que la gente tenía ganas de reírse, más allá de que en esta obra también dejamos un mensaje. Haber podido poner en escena una obra artística entre vecinos y conocidos que se reúnen unas horas por semana durante todo el año nos deja muy contentos», destacó.

«Muchas veces las obras que elegimos van en función de la cantidad de personajes. En La isla desierta había un guión con más varones. Ahora estamos tratando de buscar creaciones colectivas que se puedan adaptar y modificar con mayor facilidad, obviamente, respetando a quienes hayan escrito la historia y tratando de que no se pierda la esencia», expresó.

El profesor Mauricio Zaquieres comentó que esta adaptación surgió de los escenarios que regala el pueblo.

«Revalorizar los espacios perdidos es una manera de mantener activa la memoria en un año en que se cumplieron 40 años de democracia», reveló.

«Se trabajó desde la poética del olvidado, de lo perdido. La idea fue que, a partir de la situación de magia que regala el teatro, la gente pudiera transportarse y que se le devuelvan los recuerdos», dijo.

Sostuvo que el andén tiene una carga simbólica muy grande.

«Los héroes de Malvinas, por ejemplo, pasaban por la estación. Son testimonios que nos brindaban los vecinos que se acercaban y las propias integrantes del grupo», contó.

Desde la dirección hubo una búsqueda de salir de la rigidez del texto y trabajar más en la práctica de un lenguaje coloquial.

«También tuvimos entrenamiento en exploración del cuerpo e improvisación. Uno tiene que ser consciente de las posibilidades de su cuerpo al explorar un personaje para ensayar de la mejor manera», expresó.

Además de dar vida a un lugar olvidado se les brindó a los habitantes del El Perdido la posibilidad de disfrutar de una propuesta cultural.

«La obra de Arlt gira en torno al trabajo en los puertos y nosotros la adaptamos al andén. Elegimos a Arlt por lo que significa para el teatro y la literatura argentina», subrayó.

«El texto habla de la opresión que genera el sistema sobre el empleado de una oficina y en la obra se ven muy claras las relaciones de poder. Nos prmitió hacer analogías con lo que pasa en la actualidad. Es una obra que habla de la libertad y de los sueños», destacó.

Integraron la obra: Rosita Díaz, Gladys Martirena, Juana Ayerbe, Carina Juárez, Cali Peciña, María Chalde, Ana Marsico y María José Yacob.

El Perdido (Estación José A. Guisasola) es la localidad más cercana a la ciudad cabecera de Coronel Dorrego (se encuentra a 22 kilómetros) y responde a las características propias de las poblaciones rurales.

Mediante un camino pavimentado de 4 kilómetros, tiene un rápido acceso a la ruta 3.

El Perdido llegó a tener una población cercana a las 2 mil personas que se incrementaba notoriamente en época de cosecha con la llegada de los peones golondrina, situación que motivaba que la actividad en el ejido urbano fuera intensa.

También fue importante el desarrollo comercial pero como ocurrió con otros sitios de similares características se vio afectado por el progreso tecnológico del campo y la paralización de la actividad ferroviaria.

Actualmente funcionan la biblioteca popular, el centro de jubilados y pensionados, una sala de primeros auxilios, la parroquia La Asunción y el centro cultural La Casona, entre otras instituciones como las educativas. En el ámbito social y deportivo sus vecinos se nuclean en el Club Atlético y Recreativo Progreso. (12-12-23).

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