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La pesadilla de una nena que era violada y amenazada por su padre en Dorrego y Monte Hermoso

Durante tres años una pequeña sufrió un maltrato físico y psicológico que difícilmente pueda llegar a dejar atrás.

Su propio padre la violaba casi a diario, la golpeaba y la amenazaba para que no contara el calvario que estaba viviendo.

Los hechos se registraron en viviendas de Monte Hermoso y Coronel Dorrego, donde la víctima y sus hermanos vivían luego de que sus padres se separaran y quedaran al cuidado del acusado.

El caso fue denunciado por la madre de la chica, luego de que en medio de una visita, y por los dichos de su hermana, testigo de los abusos, saliera a la luz lo que pasaba.

En las últimas horas, el Tribunal en lo Criminal Nº 3, integrado por los jueces Daniela Fabiana Castaño, Eduardo d’Empaire y Eugenio Casas, sentenció al procesado -no se lo identifica para preservar a la joven- a la pena de 30 años de prisión.

Los hechos

Para los magistrados quedó probado que los abusos ocurrieron de 2013 a 2016, cuando la víctima tenía entre 12 y 15 años de edad.

Determinaron que el individuo violó a la adolescente y la obligó a realizar diferentes prácticas sexuales.

“Para evitar la resistencia de la víctima, el imputado se valía de su fuerza física y le propinaba golpes mientras le manifestaba que la enviaría a un internado y que su madre iría presa”, se indicó en el fallo.

Doloroso testimonio

La víctima declaró y dijo que junto a sus hermanos se fueron a vivir con el acusado tras la separación de sus padres.

Explicó que los abusos comenzaron luego que tuviera su primera menstruación.

También señaló que sucedían todo el tiempo y que para hacerlo el imputado enviaba a sus hermanos a jugar afuera de la casa.

Dijo que cuando su padre formó una nueva pareja los ultrajes siguieron, aunque con menor asiduidad.

Describió que el sujeto le mostraba videos y le decía que esas cosas eran normales, aunque ella entendió que las conductas no estaban bien cuando comenzó a tener en Educación Sexual Integral en la escuela.

Varias veces intentó resistirse, pero su padre la llevaba a la habitación, la golpeaba y le sacaba la ropa por la fuerza, según dijo.

Indicó que en una ocasión gritó de dolor y su hermana entró en la casa, pudiendo observar cuando era sometida.

Mencionó que cuando comenzó a hablar de lo que le sucedía, el procesado aceptó que se fuera a vivir con su madre, pero con la condición que guardara silencio sobre los abusos que sufría.

Al salir a la luz la situación, el acusado refería que era mentira y hasta ponía las manos sobre una biblia jurando su inocencia.

Añadió que en la escuela pidió que la llamaran por el apellido de su madre, y que tiene pensado sacarse el nombre, porque se lo puso el imputado.

Refirió «que todo esto le trajo dificultades con su pareja, que desconfía de los hombres y que en la calle se siente perseguida».

Otros relatos

Los dos hermanos de la víctimas declararon en la causa mediante el sistema de Cámara Gesell.

Uno de ellos describió que fue testigo de los abusos.

La pequeña dijo que su padre «agarraba» a su hermana y «hacía eso».

Explicó que esto pasó desde que la víctima tenía 12 años y hasta que se fueron a vivir con su madre.

Describió que los hechos salieron a luz cuando fueron a visitar a su progenitora y comenzaron a llorar por no querer regresar a la casa de su padre.

En esas circunstancias contó lo que sucedía, lo que luego fue confirmado por la adolescente ultrajada.

El otro menor indicó que frecuentemente era golpeado por su padre.

También sostuvo que “escuché que mi papá le hacía cosas a mi hermana».

Agregó que solía escuchar «gritos, llantos y otras cosas».

Sostuvo que el hombre los hacía salir a vender pan casero y que él se quedaba en la vivienda.

Una psicóloga que atendió a la víctima describió que «lo vivido fue muy destructivo para la menor».

Agregó que «su cuerpo se vio afectado psicológica, física y también socialmente».

Manifestó que la niña «padecía dolores de panza, de cabeza, sueños y pesadillas que la afectaban día a día».

También describió «problemas para vincularse con sus pares. Se encerraba en su casa con crisis de angustia».

Por todo ello, el tribunal consideró que «la prueba recabada resulta contundente y acredita sin esfuerzo los hechos traídos a juicio».

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