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«Es poco probable que el virus desaparezca»: los expertos apuestan por la vacunación para que la COVID-19 se vuelva una infección leve

Las variantes de coronavirus que circulan ampliamente y la persistente vacilación sobre las vacunas impedirán que se alcance ese objetivo. El virus llegó para quedarse, pero vacunar a los más vulnerables puede ser suficiente para restablecer la normalidad.

Por Apoorva Mandavilli / Nota publicada en The New York Times

A inicios de la pandemia, cuando las vacunas contra la COVID-19 eran solo un destello en el horizonte, el término “inmunidad de rebaño” llegó a ser el significado del desenlace: el punto en el que habría tantos estadounidenses protegidos contra el virus que nos podríamos deshacer del patógeno y recuperar nuestras vidas.

Ahora, más de la mitad de los adultos de Estados Unidos han sido inoculados con al menos una dosis de una vacuna. Sin embargo, las tasas de vacunación diaria están cayendo y entre los científicos y los expertos en salud pública hay un consenso generalizado: no se podrá alcanzar el umbral de la inmunidad de rebaño, al menos no en el futuro próximo, y tal vez nunca.

En cambio, están llegando a la conclusión de que, en vez de que el virus se vaya como se había prometido desde hace mucho tiempo, lo más probable es que se vuelva una amenaza manejable que seguirá circulando en Estados Unidos durante el futuro cercano y continuará provocando hospitalizaciones y muertes, pero en una escala menor.

Todavía no se sabe qué tan menor porque, en parte, dependerá del número de personas que se vacunen en el país, y el mundo, y de cómo evolucione el coronavirus. No obstante, ya se sabe que el virus está cambiando a una gran velocidad, las nuevas variantes se propagan con mucha facilidad y la vacunación está sucediendo con demasiada lentitud como para que la inmunidad de rebaño ocurra pronto.

Será crucial que continúen las inmunizaciones, en especial entre la gente que corre un mayor riesgo a causa de su edad, su exposición o su estado de salud, para limitar la gravedad de los brotes, si no es que su frecuencia, según los expertos.

“Es poco probable que el virus desaparezca”, comentó Rustom Antia, biólogo evolutivo de la Universidad Emory en Atlanta. “Pero queremos hacer todo lo posible para que se vuelva una infección leve”.

El cambio de perspectiva presenta un nuevo desafío para las autoridades de salud pública. La motivación para alcanzar la inmunidad de rebaño —en cierto momento, algunos expertos pensaron que sería posible lograrla en el verano— captó la imaginación de grandes segmentos de la población. Al decir que no se cumplirá ese objetivo, se suma otra razón de “para qué molestarme” a la lista que usan los escépticos de las vacunas para evitar la inoculación.

No obstante, las vacunas siguen siendo la clave para transformar el virus en una amenaza controlable, según los expertos.

Anthony Fauci, el más alto asesor del gobierno de Biden en el tema de la COVID-19, reconoció el cambio en la manera de pensar de los expertos.

“La gente se estaba confundiendo y pensaba que nunca íbamos a bajar las infecciones hasta llegar a ese mítico nivel de la inmunidad de rebaño, cualquiera que sea ese número”, comentó Fauci.

“Por eso dejamos de usar ‘inmunidad de rebaño’ en el sentido clásico”, agregó Fauci. “Lo que quiero decir es lo siguiente: olviden eso un momento; si se vacuna la cantidad suficiente de personas, disminuirán los contagios”.

En cuanto el nuevo coronavirus comenzó a propagarse por el mundo, a inicios de 2020, fue cada vez más evidente que la única manera de salir de la pandemia iba a ser logrando que obtuviera la inmunidad tanta gente —por medio de una infección natural o una vacuna— que el virus se quedara sin personas que infectar. El concepto de alcanzar la inmunidad de rebaño se volvió la meta implícita de muchos países, entre ellos Estados Unidos.

En un inicio, el objetivo del umbral de la inmunidad de rebaño se estimó que fuera entre un 60 y un 70 por ciento de la población. La mayoría de los expertos, entre ellos Fauci, esperaba que Estados Unidos pudiera conseguirlo en cuanto estuvieran disponibles las vacunas.

Sin embargo, mientras se desarrollaban las vacunas y se reforzaba la distribución durante todo el invierno y hasta entrada la primavera, comenzaron a aumentar los estimados del umbral. Esto se debió a que los cálculos iniciales se basaban en la capacidad de contagio de la versión original del virus. En la actualidad, la variante predominante que circula en Estados Unidos, llamada B.1.1.7 e identificada por primera vez en el Reino Unido, es alrededor de un 60 por ciento más transmisible.

Como resultado, los expertos calculan que el umbral de la inmunidad de rebaño es de al menos un 80 por ciento. Si se desarrollan variantes todavía más contagiosas, o si los científicos encuentran que las personas inmunizadas todavía pueden transmitir el virus, el cálculo tendrá que ser corregido hacia arriba de nuevo.

Las encuestas muestran que alrededor del 30 por ciento de la población estadounidense sigue reacia a vacunarse. Se espera que mejore esa cifra, pero es probable que no baste. “En teoría, es posible tener una cobertura de vacunación de alrededor del 90 por ciento, pero yo diría que realmente no es muy probable”, comentó Marc Lipsitch, investigador de salud pública en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard.

Aunque la resistencia a vacunarse es una de las razones principales para que sea poco probable que Estados Unidos logre la inmunidad de rebaño, no es la única.

A menudo, se describe la inmunidad de rebaño como un objetivo nacional. No obstante, es un concepto confuso en un país tan grande.

“La transmisión de la enfermedad es local”, hizo notar Lipsitch.

“Si en Estados Unidos la cobertura es del 95 por ciento en su totalidad, pero en un pueblito es del 70 por ciento, al virus no le importa”, explicó. “Se las arreglará para permanecer en el pueblito”.

La disposición desigual para vacunarse podría afectar la inmunidad de la manada

En algunas zonas de Estados Unidos, es posible que las tasas de inoculación no alcancen el umbral necesario para evitar que el coronavirus se propague fácilmente.

La inmunidad colectiva puede fluctuar por “el hacinamiento de la población, el comportamiento humano, el saneamiento y todo tipo de otras cosas”, dijo David M. Morens, virólogo y asesor principal de Fauci. “La inmunidad colectiva para un vecindario adinerado puede ser X, luego vas a un vecindario lleno de gente, ubicado a una cuadra de distancia, y es 10X”.

Debido al grado de movimiento entre las regiones, una pequeña ola del virus en una región con un bajo nivel de vacunación se puede desbordar con facilidad hacia una zona donde la mayoría de la población esté protegida.

Al mismo tiempo, la conectividad entre países, en particular cuando se disminuyan las restricciones a los viajes, enfatiza la urgencia de proteger no solo a los estadounidenses, sino a todo el mundo, opinó Natalie E. Dean, bioestadística de la Universidad de Florida, campus Gainesville. Todas las variantes que aparezcan en el mundo terminarán por llegar a Estados Unidos, comentó Dean.

En el tema de la vacunación, hay muchas partes del mundo que van muy por detrás de Estados Unidos. Por ejemplo, menos del dos por ciento de la gente de India está completamente vacunada y menos del uno por ciento de Sudáfrica, según datos compilados por The New York Times.

“No lograremos la inmunidad de rebaño a nivel del país, de un estado ni siquiera de una ciudad hasta que no tengamos suficiente inmunidad en la población total”, dijo Lauren Ancel Meyers, directora del Consorcio de Modelado de COVID-19 de la Universidad de Texas, en Austin.

Según los expertos, si no podemos alcanzar el umbral de la inmunidad de rebaño, entonces lo más importante son las tasas de hospitalizaciones y muertes después de que se relajen las restricciones de la pandemia.

Al centrarse en vacunar a la gente más vulnerable, Estados Unidos ya ha bajado esas cifras de manera drástica. Si los niveles de vacunación de ese grupo siguen al alza, se espera que con el tiempo el coronavirus sea una enfermedad de temporada, como la influenza, y afecte principalmente a la gente joven y saludable.

“Como mínimo, queremos llegar a un punto en el que solo haya brotes pequeños y esporádicos”, mencionó Carl Bergstrom, biólogo evolutivo de la Universidad de Washington, campus Seattle. “Sería un objetivo muy sensato en este país, donde tenemos excelentes vacunas y la capacidad de administrarlas”.

A largo plazo —una generación o dos—, la meta es que el nuevo coronavirus haga la transición y se parezca más a sus primos que causan los resfriados comunes. Esto querría decir que la primera infección se da a inicios de la infancia y las infecciones subsecuentes son leves gracias a la protección parcial, aunque mengüe la inmunidad.

Una proporción desconocida de gente con casos leves puede experimentar síntomas debilitantes durante semanas o meses —un síndrome llamado “covid persistente”—, pero es poco probable que sature el sistema de salud.

“La gran mayoría de la mortalidad y de la presión sobre el sistema de salud proviene de las personas con algunos padecimientos particulares, en especial la gente mayor de 60 años”, comentó Lipsitch. “Si podemos proteger a esas personas contra las enfermedades graves y la muerte, entonces habremos logrado que la COVID-19 pase de ser un elemento disruptivo de la sociedad a convertirse en una enfermedad infecciosa regular”.

Si las comunidades mantienen las pruebas y el seguimiento, es posible que el número de casos nuevos sea tan bajo que los funcionarios de salud puedan identificar cualquier nueva introducción del virus y sofocar de inmediato un posible brote, dijo Bary Pradelski, economista del Centro Nacional para Investigación Científica en Grenoble, Francia. Él y sus colegas describieron esta estrategia en un artículo publicado el jueves en la revista científica The Lancet.

“Creo que la erradicación es imposible en esta etapa”, dijo Pradelski. “Pero lo que sí queremos es la eliminación local”.

La vacunación sigue siendo la clave

El objetivo final ha cambiado, pero el desafío más urgente sigue siendo el mismo: persuadir a la mayor cantidad de personas para que se vacunen.

El escepticismo sobre las vacunas entre muchos estadounidenses y la falta de acceso en diversos grupos (poblaciones sin hogar, trabajadores migrantes o algunas comunidades de color) hacen que sea un desafío lograr ese objetivo. Algunos expertos creen que la imposición de la vacunación solo empeoraría esa postura.

Un mejor enfoque sería que una figura confiable abordara las causas primarias de la vacilación: miedo, desconfianza, conceptos erróneos, facilidad de acceso o el deseo de obtener más información, dijo Mary Politi, experta en toma de decisiones de salud y comunicación de salud en la Universidad de Washington en Saint Louis.

A menudo, la gente necesita ver a otras personas de su círculo social aceptando algo antes de estar dispuestas a intentarlo, dijo Politi. Hacer hincapié en los beneficios de la vacunación para sus vidas, como poder ver a un miembro de la familia o enviar a sus hijos a la escuela, puede ser más motivador que la nebulosa idea de la inmunidad colectiva.

“Eso resonaría más en la gente que este concepto algo elusivo que los expertos todavía están tratando de descifrar”, agregó.

Aunque los niños propagan el virus de manera menos eficiente que los adultos, todos los expertos estuvieron de acuerdo en que vacunar a los niños también sería importante para mantener bajo el número de casos de covid. A largo plazo, el sistema de salud pública también deberá tener en cuenta a los bebés y a los niños y adultos que envejecen en un grupo de mayor riesgo.

Siguen existiendo escenarios desconcertantes en esta visión a largo plazo.

Con el tiempo, si no se protege a suficientes personas, se pueden desarrollar variantes altamente contagiosas que pueden romper la protección de la vacuna, llevar a las personas al hospital y ponerlas en riesgo de muerte.

La frecuencia y la gravedad de esas infecciones progresivas tienen el potencial de determinar si Estados Unidos puede mantener bajas las hospitalizaciones y muertes o si el país se encontrará en una “lucha delirante” cada dos años, dijo.

“Creo que vamos a estar muy pendientes, o al menos los funcionarios de salud pública y los epidemiólogos de enfermedades infecciosas van a decir: ‘Muy bien, existen estas variantes, ¿qué están haciendo? ¿De qué son capaces?”, dijo Shaman. “Quizás el público en general no tenga que preocuparse tanto por eso, pero nosotros tendremos que hacerlo”. (05-05-21).

Apoorva Mandavilli es reportera del Times y se enfoca en ciencia y salud global. En 2019 ganó el premio Victor Cohn a la Excelencia en Reportaje sobre Ciencias Médicas. @apoorva_nyc

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