Política

Carrió, a pura gambeta como Garrincha

Por Bernardo Blázquez (*)

Lo lleva atado al pie, como una luna atada al flanco de un jinete,
lo juega sin saber que juega el sentimiento de una muchedumbre,
y le pega tan suave, tan corto, tan bello,
que el balón es palomo de comba en el vuelo,
y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo,
que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo,
¡y se estremece la gente, y lo ovaciona la gente!

Esa es la primera estrofa del candombe que compuso Alfredo Zitarrosa, cantautor emblema del Uruguay para Mané Garrincha, el mayor malabarista de la gambeta que ha existido en la historia del fútbol mundial.

Garrincha había sufrido desde pequeño el flagelo de la poliomielitis que tuvo de niño, cuestión que lo dejó prácticamente cojo, ya que tenía una pierna más corta que la otra y se dudaba siquiera si podría caminar durante el resto de su vida. La realidad indicó todo lo contrario, ya que gracias a una habilidad fuera de lo natural, podía gambetear rivales sin que ellos puedan adivinar por dónde podía salir, siempre pegado a la raya derecha, como buen wing. Supo brillar con luz propia en el Botafogo y tocó el cielo futbolístico en 1962 cuando en el mundial de Chile lesionaron de gravedad a su compañero ideal de la Canarinha, un tal Pelé (con el que armando dupla en la selección de Brasil nunca perdió un partido). Después de la brutal Mané tuvo que hacerse cargo del equipo y llevó esa responsabilidad no como una carga, sino con alegría, que era lo que desplegaba en el césped, siendo clave para la consecución de la segunda copa mundial para la verdeamarela.

Caso paradigmático de una gambeteadora es Elisa Carrió, una suerte de Garrincha de la política. La mediática diputada hace unos meses tuvo un par de roces que la llevaron al ostracismo, recluyéndose en viajes por el interior y perdiendo temporalmente su capacidad de lobby a través de la televisión como nos tiene acostumbrados hace más de 20 años. Pero como buena eludidora de situaciones adversas, una vez más pudo sortear el ostracismo al que fue condenada tras sus enfrentamientos públicos con la UCR y su arremetimiento contra Germán Garavano, y eligió como aliado para hacer este eslalon uno de sus mejores recursos, el Twitter. Como Garrincha usaba su movimiento de cadera, ella apela a su recurso favorito de los últimos años. La red social del pajarito le ha permitido operar en los últimos 3 a piacere y esta vez lo usó de la manera más inteligente posible, y de una forma inesperada, arremetiendo con la imagen de la vieja Lilita defensora de los derechos humanos a la que tanto nos acostumbró durante los noventa y el principio de los años 2000, largando el dedo acusador contra el polémico y fascista protocolo que anunció la ministra Bullrich días atrás.

Impredecible y ágil, igual que el brasileño. También en coincidencia con él, en una etapa temprana de su edad (política), le diagnosticaban poco futuro por haber roto con el radicalismo, que en el futuro sería una de sus víctimas preferidas a la hora de los ataques y el desprestigio. Podríamos decir que en el 2001 Lilita se quedó renga como Garrincha, pero eso no fue un impedimento. Todo lo contrario, acrecentó su capacidad de hacer política por su cuenta, su poder de lobby, de gambeta continua y de impredecibilidad, llegando incluso a concretar su sueño, construir un gran espacio antiperonista y antipopulista que la tenga a ella como referencia constante en una mesa chica.
Hoy, Lilita pudo volver con un par de movimientos sencillos y oportunos, la cuestión es saber si logrará hacerlo en el futuro, porque si seguimos trazando un paralelismo con el wing brasileño, tenemos que aclarar que a él se le apagó la chispa muy pronto por sus problemas con la adicción al alcohol, cuestión que, creo, está en la génesis de los mejores wings derechos (recordemos a Ortega, Oreste Corbatta y Houseman).

Zitarrosa lo ilustra maravillosamente con esta estrofa:

¿Quién se llevó de pronto la multitud?
¿Quién le robó de pronto la juventud?
¿Quién le quitó de un golpe el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara: usted no es nada, ya no es usted?
Ya no es usted, señor, ya no es usted

Garrincha dejó de ser él cuando se le agotó su alegría, su gambeta. Si bien Lilita ha sobrevivido tantos años con sus magistrales movimientos, puede que un día se le termine el pabilo a su vela, o no. Eso lo decidirá el tiempo.

(*) Nota publicada en elcorreligionario.com

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