La ciudad

20 de Septiembre: Día del Caballo

Por iniciativa de la Federación Ecuestre Argentina (FEA), se estableció cada 20 de septiembre el Día del Caballo, con el objetivo principal de reconocer la importancia de este animal en la historia del país como “homenaje a la participación del equino en la organización histórica y económica, y en la vida deportiva de la Argentina”.

De esta forma, la efeméride se conmemora en nuestro país desde mucho antes de que se estableciera oficialmente un Día Mundial del Caballo, que se celebró por primera vez este 2025 por impulso de la ONU, que le asignó a tal fin la fecha del 11 de julio de cada año.

La celebración en Argentina se relaciona con la llegada de Aimé Félix Tschiffely a Nueva York, después de salir a caballo desde Buenos Aires poco más de tres años antes.

Tschiffely era un jinete suizo que demostró la resistencia de los caballos criollos. Realizó un intenso recorrido que se prolongó desde abril de 1925 hasta septiembre de 1928.

LUIS ACOSTA GARCÍA inmortalizó el amor por su caballo en el poema “El Doradillo Mentao” que fuera llevado a la grabación discográfica, para luego formar parte fundamental de su sólido repertorio, por “El Señor del Sur”, Alberto Merlo. También muchos cantores y cantoras sureras lo incluyen hoy en su repertorio.

No fue el único homenaje a su “flete”, ya que al cumplir 25 años le decido “A mi viejo Doradillo”, fechado en 1929 en Bahía Blanca.

A MI VIEJO DORADILLO

Al cumplir 25 años, mi caballo criollo, que aún vive, arrastrando su pequeña osamenta con la resignación y la paciencia de los gauchos como él.

Al verte triste, amacetado y viejo;
cierro los ojos, doradillo mío:
y veo en mi alma, como en un espejo
de sus jornadas el pasado brío.

Veo las horas de tu tiempo mozo
cuando el lomo te ceñía el apero;
y por el gusto de ponerte brioso
con las espuelas te pinchaba el cuero.

Veo el boliche de pared muy ancha,
hecha de paja y de adobe crudo;
veo las huellas de la vieja cancha
donde ninguno derrotarte pudo.

Veo la china de mirada viva
como ninguna para mí bonita;
la que al principio se mostraba esquiva
y que más tarde se entregó solita.

Ni por el tiempo al recordar me canso
-que ante tus ojos y el favor de Dios-
le dije: suba, que aunque brioso, es manso
y desde entonces, te montamos dos.

Pero…la china de los ojos magos
que enrojecida te montó esa vez
está probando los primeros tragos
del reuma infame que nos trae vejez.

Y, aquel apero, que produjo antojos
en otros tiempos de placer y amor;
está empañado como nuestros ojos,
un moho verde le quitó el fulgor.

Tu pobre dueño que partió contigo
el mismo poncho, y hasta el mismo pan;
denota triste, que le falta abrigo
porque las fuerzas y el calor se van…

Somos lo mismo que las viejas cajas
que son recuerdos del hermoso ayer;
que no guardaron ni caudal, ni alhajas
sino las cartas del mayor querer.

Y con el tiempo nos pondrán en cajas
cuando nos lleven al helado edén;
tu cuero alcanza para dos mortajas,
la china, y yo, nos taparemos bien.

Villa Estela, 1929.

Fuente: Facebook Tenés que ser payador – (20-09-25).

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