El Hospital Penna de Bahía Blanca: historia de una reconstrucción

Nota de Luciana Rosende en Tiempo Argentino
Recién ahora, un mes y medio después, Agustina Morales puede hablar del tema sin llorar. La tormenta que arrasó la ciudad en la que vive hace 14 años y el hospital en el que trabaja hace diez la encontró durmiendo. Cuando despertó, el video de sus compañeras sacando bebés diminutos de una sala inundada ya estaba en todas las pantallas. Cruzó como pudo –por momentos con el agua arriba de la cintura y agarrándose entre varias personas ante una correntada que arrastraba todo– las 40 cuadras que separan su casa del Hospital Penna de Bahía Blanca. Tardó dos horas en llegar. Lo que encontró le resultó desolador. Recién ahora, con el hospital encaminado en el intento de volver a ser lo que era a fuerza de trabajo en equipo, puede contarlo sin llorar.
“Nadie había vivido algo así. Habíamos pasado el temporal de 2023, pero fue distinto. Todas estamos atravesadas por esto: algunas pudimos continuar, otras compañeras no pudieron volver. Son imágenes que van a quedar en nuestra retina para siempre. Espero que con el tiempo podamos ir alivianando esa angustia por lo que vivimos y por cómo quedó nuestro lugar de trabajo, en el que pasamos muchas horas de nuestra vida”, cuenta la enfermera de Coronel Dorrego, que eligió Bahía Blanca para formarse. Hizo su residencia en el Penna y allí se quedó.
No sólo Bahía Blanca está pendiente de la recuperación del Hospital Interzonal General de Agudos Dr. José Penna. También, los 15 municipios de la Región Sanitaria I que convergen en él. Es el faro sanitario del sudoeste bonaerense. “En mayo entraría en funcionamiento en su totalidad”, estiman desde el Ministerio de Salud de la Provincia.
Un equipo del sistema de emergencias bonaerense sigue instalado allí, con una terapia intensiva móvil para atender casos urgentes y diagramar derivaciones. Los bebés de Neo fueron trasladados a otros sanatorios, gran parte en el sector privado. Una coordinación entre sistemas que no se vivía desde pandemia.
El promedio mensual de egresos hospitalarios del Penna durante 2024 fue de 672 pacientes. En marzo, por la inundación del 7, fueron 334. Las imágenes de ese día –y del después– reflejaron con claridad la magnitud del desastre, en un hospital donde “las áreas del subsuelo eran el corazón”. Mientras se apunta a recuperar el funcionamiento completo, se proyectan reestructuraciones como paso siguiente. “Ya está diagramado el plan de trabajo. Discutimos el hospital a futuro y lo reorganizamos en función de lo que pasó”, cuentan equipos técnicos del Ministerio.
Desde el subsuelo
El Penna es un gigante de 40 mil metros cuadrados cubiertos. El temporal afectó especialmente el subsuelo, unos 11 mil. “Llegamos a ser 300 personas trabajando en el subsuelo, más los 100 voluntarios. Todos para tratar de sacar el barro”, relatan desde el equipo de Salud provincial. Porque lo peor, aseguran, no fue el agua. Sino el barro.
“Hubo como un alud. Muchos de los que estuvimos en Bahía teníamos experiencia de la inundación de La Plata. Pero fue distinto. Acá cuando el agua bajó quedó un metro de barro. En los primeros días sacamos 100 camiones de tierra”, relatan.
Eso afectó las áreas más sensibles: neonatología, terapia intensiva, quirófanos. Debieron retirar muebles de madera, desinfectar, evaluar qué equipamiento podía recuperarse y cuál había que reemplazar; reparar instalación eléctrica, pintar una vez que desapareciera la humedad. La lista sigue. “Vamos a poner en funcionamiento la semana que viene la terapia intensiva y la guardia en el subsuelo, y la próxima la parte de obstetricia”, detallan desde el ministerio que conduce Nicolás Kreplak. En el transcurso de mayo serán quirófanos y neonatología.
A futuro
Tras la recuperación del ritmo previo será el turno de las reestructuraciones: obra nueva para el laboratorio, el resonador pasará a planta baja, se modificarán los techos (también pensando en lo que fue el tornado de diciembre de 2023). “Tenemos que salir a modificar todo para esas contingencias”. Porque, lo dice la evidencia científica, el calentamiento global hará que las tormentas extremas sean cada vez más frecuentes.
“Reubicar lleva tiempo. Discutimos con equipos de arquitectura hospitalaria e ingenieros, participaron todos los equipos a nivel provincial, pedimos opinión a empresas. Con obra hidráulica vamos a solucionar el hecho de que desembocara toda el agua en el subsuelo. Parte del funcionamiento va a quedar ahí, pero no estarán quirófano, neo, terapia intensiva. Todo eso tiene que ver con el proyecto de obra nueva para el nivel vertical”, apuntan.
“Nuestra idea es trasladar todo a la planta alta para que esto no vuelva a pasar y en caso de que así sea, poder estar preparados”, aseguró el director del hospital, Jorge Moyano, a la agencia Noticias Argentinas. “Prácticamente fue como tocar el fondo –expresó poco más de un mes después del desastre el director de terapia intensiva, Carlos Cuchetti– pero la primera reacción de la gente y de todo el personal de salud fue ponerse la camiseta y arrancar”.
En el momento del desastre no había tiempo para detenerse a observar. Ni siquiera se podía: la falta de luz complicaba todo. “No entendíamos nada. En cuestión de minutos todo el subsuelo empezó a inundarse. Fue terrible. Trabajo a la noche: cuando quise salir, la calle era un río. Volvimos a entrar al servicio con las compañeras de la mañana para sacar a los bebés de ahí abajo, porque ya teníamos el agua a la rodilla, todo flotando. Fue un caos, pero se derivaron todos, primero los más complejos. Recién después, gracias al camión militar, pude volver a mi casa”, relata Clarisa, del área de neonatología.
Agustina no trabajaba en ese momento, pero como no tenía familia afectada por la inundación decidió ir al hospital para permitir que sus compañeras se fueran a asistir a los suyos. Llegó caminando contra la corriente: “todo era desolador al entrar. Cuando pude llegar a nuestro servicio, lo recodaba de una forma y ver cómo quedó fue muy triste. Alumbrando con el teléfono fuimos a la residencia para mamás, que en ese momento se convirtió en refugio”.
Con el tiempo van quedando atrás los detalles de un operativo que tuvo pasajes de odisea. Agustina recuerda que esa noche, cuando se activó el generador de electricidad de pediatría, ayudó a llegar allí a un grupo de mamás con bebés. Pasaron por sobre la losa del pasillo que comunica el piso cero con la residencia de madres, moviendo las cunitas a través de las ventanas. Todas y todos llegaron bien.
“Cuando me preguntan sobre esto se me hace un nudo en el pecho, porque fue muy difícil –rememora–. Nadie había pensado que iba a vivir algo así. Hubo situaciones de angustia, de ansiedad. No fue un mes fácil. Recién ahora puedo hablar sin llorar”.
El lunes siguiente a la inundación del viernes 7, sólo cinco escuelas de Bahía Blanca pudieron abrir sus puertas. Poco más de un mes después, quedan 15 por recuperar. Así lo dijo el director general de Cultura y Educación de la Provincia, Alberto Sileoni, quien estuvo la semana pasada en esa ciudad para recorrer las instituciones educativas afectadas. “Las grandes dificultades han sido resueltas”, aseguró.
En diálogo con LU2, detalló que lo que queda pendiente incluye “una solución integral para el conservatorio, la respuesta para la Escuela Especial 509, el jardín municipal de White recomienza… Esto no quiere decir que no reconozcamos que algunas escuelas recomienzan todavía con algún problema, pero las grandes dificultades que tienen que ver con gas, mampostería, electricidad, han sido resueltas y ahora nos queda seguir un camino de reconstrucción”.
Durante su recorrida cuestionó que “hay dos o tres escuelas que han quedado frustradas por el desfinanciamiento nacional”.
Nado solidario
Del lunes 21 al domingo 28 de abril la solidaridad por Bahía Blanca se metió al agua. A lo largo de 168 horas ininterrumpidas, nadadores de todas las edades y niveles se turnan en la pileta del Club Villa Mitre para recaudar fondos para la Fundación Nacer, que colabora con el área de neonatología del Hospital Penna para “mejorar la sobrevida de los prematuros”. 7D: Solidaridad en Movimiento es el nombre del desafío impulsado por el equipo del natatorio del club.
Números
Desde la inundación, los partos se derivaron a hospitales privados. “Enviamos el recurso humano a instituciones como Osecac o el Italiano de Bahía, y los insumos los lleva o los paga la Provincia”, apuntan desde la Región Sanitaria 1. Antes del 7 de marzo el promedio de derivaciones en neonatología era de 15 a 20 por año. Desde entonces ya hubo unas 60.
El promedio de camas disponibles para internaciones durante 2024 fue de 212. En marzo de este año fueron 86.
Durante el año pasado hubo 75.532 consultas externas, con un promedio de 6295 consultas mensuales. Durante el primer mes post-inundación se registraron 2.564 consultas externas.
Se realizaron 28.518 consultas en la guardia externa a lo largo de 2024, con un promedio de 2377 mensuales. En marzo de este año, sumando los días previos al 7, se atendieron 1790 pacientes. Y hubo 658 asistencias a través del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (SIES) de la Provincia de Buenos Aires. (25-04-25).