Todo sigue siendo un 24

Por Carlos Madera Murgui (*)
Cuando la llama parece languidecer, aparece otro 24 en el calendario y vuelve a crepitar. Poco cambia, y no debe, en lo que hace a la evocación. Parece un volver a vivir, soportando todos los días una provocación. Ya se ha hecho costumbre, y no es una batalla cultural, aunque se pretexte el marco. El cambio cultural fue lo que anticipó Raúl Alfonsín cuando el menemato se instaló para quedarse; nadie tiene que ver con eso. Es sencillamente una ilusión de dominación y sometimiento, seguir minando derechos con un pensamiento único impuesto (fascismo dixit). En pos de un modelo económico, pretenden llevarse por delante cualquier atisbo de libertad de vida, justo estas lumbreras que pregonan lo contrario.
La idea del régimen dictatorial más nefasto fue similar, pero con armas en la mano, aunque los milicos no ocultaban sus cartas (ocultaron muertos y se apoderaron de bebés, pero no sus intenciones), mal que nos pese. Días atrás, Luciana Vázquez, periodista de La Nación, definió muy lucidamente el momento. Escribió: “En función de ese objetivo, se alinea la munición variada de otras ‘batallas culturales’. Los libertarios son gladiadores decididos a la hora de activar provocaciones que calienten el debate público en los temas que convienen a sus metas estratégicas. Entre esas ‘batallas’ está la que se libró a raíz del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia”.
Continúa levantando un textual del comunicado del gobierno nacional ese día: “Gracias por reprimir a estos salvajes. La próxima vez que un policía tenga que disparar con una bala de goma o un gas lacrimógeno, apunten bien, que a esta gente les duela”. Queda poco por decir ante tanto extremismo dialéctico/intelectual (creen en lo que dicen). La mayoría de las veces, colaboran a visibilizar lo atacado, como en el caso del atroz ataque al monumento de Osvaldo Bayer.
Además, he escuchado en otros ámbitos más domésticos expresiones como “inocentes que eligieron equivocadamente uno de los lados violentos” o “se recuperó la democracia gracias a la lucha de todos los sectores de la sociedad”. Al menos, y con todo respeto, hago público mi desacuerdo, agregando que no todos pusieron el cuero; al contrario, no eran inocentes, era gente preparada, pensante, luchando por una idea de país que todavía perdura. Agreguemos que más de la mitad de los delegados municipales bonaerenses que se dijeron intendentes, nombrados por la dictadura, los aportó un solo partido político.
El señero medio, en el cual trabajo orgullosamente, casi en exclusividad con análisis políticos propios en el ámbito de su cobertura, lleva a este cronista, a cuesta de muchos años en el tema, a abordar cuestiones que no son ajenas, ni mucho menos, a los periodistas de la casa. Esto se corona con una vieja y gastada muletilla que hace a lo nuestro como radio: “priorizamos y creemos en el valor de la rigurosa información local”, en el mero hecho de que tiene más importancia saber sobre un choque frente a la terminal de ómnibus que sobre el mismo hecho en Alsina y Soler de Bahía Blanca, o si está cortado el Puente Pueyrredón en Capital. Matar la mosca y que el elefante se te filtre por detrás delata que al menos estás distraído.
Alquilar el CCK, una idea original del macrismo, fomenta actitudes similares aquí mismo (se me ocurre, no es que suceda), donde la concepción y el entendimiento del uso público y gratuito de las pertenencias de la Administración Municipal responden, sin rodeos, a una forma de ver el Estado en sí. Pero va más allá; tiene que ver con la existencia e implementación de una gestión pública hacia la ciudadanía, siempre con acciones, medidas regulatorias y prioridades políticas que son decididas exclusivamente por un ente gubernamental, en consonancia con su ideología.
Se avecina (debería ocurrir) un debate sobre el uso de espacios públicos a partir de la arancelación por alquileres. Ejemplos de esto son el Polideportivo, el Centro Cultural y el Vivero Parque. Estos lugares fueron creados para la disposición práctica de los ciudadanos, ya sea de manera individual o en grupos e instituciones.
No existe nada oficial al respecto, solo rumores que no he consultado. Aclarado esto, me permito adelantarme y opinar sobre cualquier situación, que, por supuesto, deberá estar respaldada por marcos legales o reglamentarios, a los cuales evidentemente no me refiero, y que representarían un retroceso evidente sobre el verdadero rol del Estado (dependiendo de cómo se vea y se piense).
(*) Periodista de LA DORREGO AM1470 (31-03-25).