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Desinformación, al palo: cómo detectar una «fake news» y qué es el nuevo «deepfake»

Quiénes están detrás de las noticias falsas, por qué y cómo combatirlas.

A medida en la que un ser humano desarrolla su vida y se inserta en la sociedad, se va convenciendo de ciertas verdades que dependerán de varios factores: en qué año nació, quién lo ha criado, cómo vive su primera infancia, qué le han dicho sobre sí mismo, su personalidad y sobre el mundo que lo rodea. Esas verdades claro, estarán sesgadas según al grupo social al que pertenezca.

Por eso cuando se piensa en la Ley de Aborto Seguro, Legal y Gratuito o cuando pensamos en la Ley de Identidad de género, la primera reflexión es que son derechos adquiridos para la población LGBT argentina que durante años sufrió el sesgo de la heteronormatividad. O cuando se piensa en la vacuna contra el coronavirus, la confianza en la ciencia es plana y no hay dudas en recibir la primera, la segunda y cuantas dosis vengan por delante. Lo mismo sucede con la idea de que son 30.000 detenidos desaparecidos por las fuerzas genocidas hasta 1976. O la idea de que la Tierra es plana… Y así la lista seguirá ad infinitum.

En su libro “Pensar con otros. Una guía de supervivencia en tiempos de posverdad”, Guadalupe Nogués, plantea: “Compartimos todos este mismo planeta, esta misma realidad. Compartimos también preocupaciones, problemas y esperanzas. Pero también tenemos, y seguiremos teniendo, enormes diferencias entre nosotros. Para poder conversar esas diferencias de perspectiva entre nosotros, necesitamos ponernos de acuerdo en cuáles son los hechos que observamos. Sin ese primer acuerdo, no hay intercambio posible de ideas o argumentos, no hay modo de tener experiencias compartidas, y corremos el riesgo de volvernos impermeables al otro”.

Y agrega: “Compartimos todos este mismo planeta, esta misma realidad. Compartimos también preocupaciones, problemas y esperanzas. Pero también tenemos, y seguiremos teniendo, enormes diferencias entre nosotros. Para poder conversar esas diferencias de perspectiva entre nosotros, necesitamos ponernos de acuerdo en cuáles son los hechos que observamos. Sin ese primer acuerdo, no hay intercambio posible de ideas o argumentos, no hay modo de tener experiencias compartidas, y corremos el riesgo de volvernos impermeables al otro”.

Este último punto es el quid de la cuestión. En las charlas de vecinas, en el celular apenas alguien abre los ojos, en la televisión, en las radios y hasta en los celulares, cientos de miles de verdades asoman las realidades particulares de los usuarios, sesgadas esas verdades por el increíble trabajo de los algoritmos que funcionan de filtro para mostrarnos lo que el usuario quiere ver o quiere escuchar.

Es así que cuando ese ser humano sale de su burbuja se encuentra con verdades diferente, casi opuestas que sorprenden y enloquecen a los usuarios. La realidad es que a veces, esas verdades son infundadas. Y en este punto es válido aclarar que hay que separar la persona que dice una verdad infundada de la idea que está predicando: las personas tienen derecho a pensar y decir lo que quieran; ahora bien, si se comprueba que una idea tiene fundamente científico comprobado pero que se difunde de manera errónea maliciosamente, a esas ideas, hay que batallarlas.

Entonces aparecen verdades como templos: no son 30.000. Los genocidas también deben ser juzgados con la vara de Derechos Humanos. Las vacunas no funcionan. Argentina es un país “de mierda”, la única salida es Ezeiza. Hay que dolarizar. Las empresas pueden contaminar todo lo que quieran, libremente. El cambio climático no existe. La tierra es plana.

Si bien no hay una sola verdad que acapare toda la realidad, el receptor de noticias puede estar siendo influenciado por grupos maliciosos, políticos, religiosos y hasta científicos: esas nuevas verdades que parecen creíbles, entran en el plano de la posverdad.

El peligro de la posverdad es que ponen en jaque ideas establecidas que nos ayudan al menos, a vivir en Democracia con algún piso de derechos humanos para que no se rompa el tan preciado contrato social. Y, desde BigBang nos adentraremos al profundo mundo de la posverdad desentramando la desinformación y las noticias falsas. Además veremos cómo ser cuidadosos con la recepción de la información ¡Aquí vamos!

Chequeado es una organización no gubernamental fundada en 2010 que se encarga de hacer un estudio de investigación minuciosa en cuanto a los contenidos que le llegan a los usuarios argentinos. En otras palabras “salvan las papas” de la posverdad. A veces, las noticias llegan desde medios que “confiamos” y no cuestionamos el contenido porque nos parece cercano. Sin embargo, a veces esos contenidos desinforman y generan confusión. Es por eso que BigBang charló con Matías Di Santi, director de Medios de Chequeado.com.

-A casi un mes de las elecciones: cómo podemos darnos cuenta de que un contenido es fake

-Nosotros no hablamos de fake news porque es un término que apunta al concepto de noticias falsas y el fenómeno de desinformación es mucho más amplio: no hay solo noticias falsas, sino también hay videos falsos, hay placas falsas, hay imágenes manipuladas, hay audios manipulados, hay deepfakes utilizando inteligencia artificial.

Entonces el fenómeno es mucho más amplio que una noticia falsa, por eso no usamos el concepto de fake news. Además de que se trata de un concepto que está siendo utilizado políticamente ya sea por líderes de derecha, de izquierda, de centro derecha, de centro izquierda. También pensamos que podemos hablar en español de eso ni hablar.

¿Entonces cómo uno se puede dar cuenta de un contenido desinformante? Di Santi propone cinco claves:

*Desconfiar de los de los títulos rimbombantes o de las citas rimbombantes;
*Prestar atención a la estética de los contenidos que estamos viendo;
*Dudar siempre lo que nos llega, no crear en lo que nos llega todo el tiempo: Los desinformantes generalmente están produciendo formatos adaptados a chats o a cada red social para para bajar la barrera de la duda ante un contenido;
*Desconfiar de las de también de las URL, observar las URL: hacer una pausa siempre (ante de recompartir contenido);
*En el caso de un contenido generado con inteligencia artificial: observarle la cara, las manos, observar los ojos a ese contenido porque generalmente todavía la inteligencia artificial tiene errores en cuanto a la generación de contenido en términos de las sombras o de los colores.

¿Cómo podemos «combatir” el contenido desinformante?

-Cambiando la lógica que tienen las redes y los chats de mensajería instantánea, que es: me llega un contenido y lo comparto por las dudas porque es la lógica de la red social. Lo que estamos proponiendo invertir esa lógica: ‘Me llega contenido; por las dudas no lo comparto’.

Muchas veces, las personas que no tienen mala intención son víctimas de la desinformación porque no tienen herramientas para chequear las informaciones que le llegan y muchas veces esta desinformación Llega a través de grupos de WhatsApp o grupos con familiares donde claramente las relaciones interpersonales hacen que nuestra barrera de desconfianza se diluya y que caigamos fácilmente en una desinformación.

-¿Es la inteligencia artificial una de las aliadas de la desinformación?

-Todos los cambios tecnológicos han generado desafíos en la historia de la humanidad y todos los cambios tecnológicos pueden ser utilizados para fines muy productivos y muy efectivos y también pueden ser utilizados para fines negativos como por ejemplo, generar desinformación.

La inteligencia artificial puede ser utilizada para generar esa desinformación. Sobre todo imágenes y videos: lo hemos visto en los últimos meses con las imágenes del Papa o imágenes de Donald Trump o imágenes de Emmanuel Macron que la estética está haciendo cada vez mejor y mejor lograda. Ahí hay todo un debate al respecto de lo que tenemos que pedir para que las imágenes sigan siendo verídicas, si no, no desconfiemos de todas las imágenes.

-¿Cómo se «confecciona» una fake news?

Lo primero es generar contenidos que cuya estética sea lo más parecida a un contenido original. En segundo lugar se propone, generar una cita falsa que sea lo más parecido o algo que ese candidato pueda haber dicho una entrevista, porque coincide con su línea ideológica coincide con la línea editorial del medio de comunicación que pudo haber publicado eso.

En tercer lugar se aprovecha un momento de crisis, o un momento de vacío de información como pueden ser una pandemia, una represión o un momento electoral. En ese momento generalmente incertidumbre por un resultado por conocerse una noticia de algo y eso vacíos informativos se llenan con desinformación.

Por último, el último componente para confeccionar una fake news es el componente del sesgo de confirmación: ese componente nos permite, apelar a las creencias, a la emoción de las personas y que esas personas mezclen sus creencias con los contenidos que le llegan y no desconfíe de aquel contenido que le llega. Entonces a apelar a ese sesgo de confirmación, esas personas no dudan y comparten los contenidos siendo víctimas de la desinformación”.

Son los partidos políticos de la ultraderecha quienes han capitalizado el mundillo de la desinformación y las noticias falsas. Tenemos los ejemplos de Donald Trump que confesó que a través de la base de datos de Facebook pudo llegar a millones de personas con contenido falso (sobre partidos políticos contrarios), que lo llevaron directamente a la Presidencia.

Según Lee McIntyre, “la posverdad no es tanto la afirmación de que la verdad no existe, sino la de que los hechos están subordinados a nuestro punto de vista político”. ¿Y cómo es en nuestro país? Esas respuestas las encontramos en Martín Becerra, investigador de Conicet y profesor en la UBA y en la UNQ.

Desde el espacio de Milei hay un manejo de las redes sociales que deja a los otros espacios en offside: ¿pensás que hay similitudes con el caso de Trump en EEUU donde ese presidente ganó con la ayuda de Zuckerberg y la viralización de fake news?

-Creo que el espacio de Milei capitaliza una tendencia previa, con la que su candidatura es convergente, pero esa tendencia no es una fabricación de su campaña electoral (más bien puede pensarse que es a la inversa).

Influencers antiderechos, de posiciones radicalizadas, con años de trabajo en redes sociodigitales y en canales de YouTube, convergen en torno de la candidatura de Milei, quien representa al arco ultra. En este sentido, es un caso muy distinto en el uso de plataformas digitales al caso Trump.

¿Cuáles serían las regulaciones que el Estado debería implementar para proteger a los usuarios de las noticias falsas?

-El Estado debería, en principio, estimular la producción de noticias con fuentes diversas y verificación antes de su difusión. Puede hacerlo asignando prioritariamente el gasto en publicidad oficial, o las ayudas que actualmente distribuye en las empresas periodísticas eximiéndolas de IVA o de cargas patronales, tomando el criterio de priorizar en esa distribución a las empresas de medios que demuestran consultar fuentes diversas y verificar los contenidos cuando los editan antes de publicarlos/difundirlos”.

Con todo esto dicho, vale al reflexión antes de “consumir” contenido en redes sociales. La desinformación no es inocente: tiene por atrás grupos económicos y políticos que convergen para que una verdad sea impuesta sobre otra. Para a reflexionar sobre la lógica de ese consumo llevará al usuario a cuestionarse antes de compartir. (Fuente Big Bang News). (25-09-23).

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