Ecos del Censo II: Reordenamiento del espacio y el poder en Coronel Dorrego
La crisis del modelo de sustitución de importaciones.
Escribe Fabián Barda
Los distritos del sudoeste de la provincia de Buenos Aires considerados pequeños o medianos, basada esta categorización en indicadores tales como su población total, tuvieron un desarrollo económico – social, desde fines de los años 50 hasta mediados de la década de 1970 del siglo XX, percibido por sus contemporáneos y transmitido por la memoria popular como una “Época Dorada”. No hay grandes indicadores estadísticos, más allá de los censos nacionales que, fijados por Ley Nacional, se realizan cada 10 años.
Una mirada empírica nos muestra que esa percepción no estuvo alejada del desarrollo histórico ya que la forma en que el modelo vigente en la Argentina desde los años 30 hasta la Crisis del Petróleo (1973) tuvo en esos pueblos un efecto de circulo virtuoso, ya que sin consolidarse una estructura industrial, acorde al modelo sustitutivo, si se desarrolló un modelo de “pueblo del interior” con una conformación comercial que demandaba mano de obra y una estructura de distribución de la propiedad de la tierra, desarrollada a partir de los años 40, en la que el pequeño y mediano productor tenía mayor incidencia, con un sistema de trabajo de la tierra y cría de ganados ovino y bovino que retenía población rural.
El modelo de sustitución de importaciones hizo su irrupción en Latinoamérica después de la crisis de 1930. Hasta ese entonces las economías de la región podían catalogarse dentro del “Modelo Agroexportador”.
Los países que habían alcanzado un nivel de desarrollo capitalista alto considerados “desarrollados” tenían una fuerte influencia de poder sobre los países considerados “atrasados”. Esta etapa de la historia mundial se caracteriza por el imperialismo. Una característica importante de esta época de imperios fue el colonialismo. Una de las características de la economía en el segmento que va desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX es su carácter global. Se produjo un incremento de transacciones internacionales intenso de productos, dinero y grandes migraciones. Algunos elementos constitutivos de la economía capitalista “desarrollada” fueron necesarios reproducirlos en los países de América Latina como la modernización y ampliación de redes de transporte, consolidación de una flota mercante y el tendido de largas redes ferroviarias que, como en el caso argentino, representaba fielmente la distribución del poder en el territorio como tributario de ese modelo agroexportador.
Se conformaba un sistema mundial basado en la división internacional del trabajo en la que cada una de las naciones tenía un rol asignado. En el caso de los países latinoamericanos, puntualmente la Argentina, eran proveedores de materias primas.
A partir de los primeros años de la década de 1930, con las políticas “keynesianas” implementadas en los Estados Unidos y en varios países de Europa, el Estado tuvo otro rol en las cuestiones económicas. Se cuestionó el librecambio.
La sustitución de importaciones se estableció en Latinoamérica con el objetivo de limitar o disminuir el componente de las importaciones para sustituirlos por productos nacionales. Este proceso de industrialización se circunscribió de bienes de consumo no duraderos no llegando a otra etapa superior que involucraría bienes duraderos y bienes de capital. Esta sustitución de importaciones se implementó con entusiasmo entre la década de los treinta y hasta finales de los sesenta.
En el partido de Coronel Dorrego, un indicador como la evolución poblacional remarca el crecimiento en los años de la sustitución de importaciones y el descenso desde mediados de la década de 1970. Así tenemos para el año 1890 (el partido fue creado en 1887) había 2.895 habitantes, 16.955 en 1922, 18.660 para 1931, 20.471 en 1957, 20.750 para los registros de 1960 y 21.416 para 1970. Este último guarismo es el pico de población ya que para los censos siguientes el descenso poblacional comenzó a evidenciarse.
La crisis petrolera de 1973 marcó el derrumbe de la sustitución por importaciones en la región pero también del modelo del Estado de Bienestar que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial.
Este modelo fue desacreditado en América Latina y sustituido con el esquema de desarrollo del “Consenso de Washington” que constituyó un viraje de 180 grados para América Latina a partir de los años ochenta.
En 1990, el Institute for International Economics de Estados Unidos realizó una conferencia, de la cual participaron economistas de ocho países latinoamericanos, con la finalidad de formular un diagnóstico y sugerir medidas de ajuste para la superación de la crisis en América Latina. Se presentó un documento con diez propuestas de reforma económica, sobre las cuales había amplio consenso en Washington.
Estas políticas, cuya adopción se volvió condición sine que a non para la renegociación de la deuda y la recepción de las agencias financieras internacionales, no eran muy diferentes de las que fueron intentadas por los gobiernos militares durante los sesenta y setenta, con cierto éxito en Chile, aunque con un enorme costo social y total desconsideración de los Derechos Humanos.
Las proposiciones de “El Consenso de Washington” comenzaron a aplicarse en América Latina en Democracia. En la Argentina fueron los años 90 con el popularmente denominado “Menemato” (la década en que gobernó el riojano Carlos S. Menem) en los que esas políticas del consenso fueron aplicadas.
Entre el comienzo del desplome del modelo por sustitución de importaciones y las crisis del 2001 Dorrego vio languidecer una estructura que demandaba mano de obra. Quebraron, por ejemplo, la Cooperativa Agrícola, la Agropecuaria y el Banco Dorrego. Luego de fusiones y absorciones la vieja Caja de Crédito desapareció. Las privatizaciones hicieron su efecto sobre la ocupación laboral. El paso de Entel, Correo y Ferrocarril a manos privadas generó mayor desocupación y el fin de un mundo de certezas.
Los 90 fueron testigos también de la reestructuración de la producción agropecuaria cuya marcha a la concentración productiva parece inexorable. Fue una década de transferencia de propiedad de la tierra y de disminución del número de chacareros. Con la excepcionalidad que marcan los censos de las primeras décadas del siglo XXI para el Balneario Marisol cuya población estable crece, el resto de las localidades del distrito demuestra detenimiento y decrecimiento poblacional.
Para los datos arrojados por el censo 2022 que señalan un leve repunte poblacional, las explicaciones desde el gobierno municipal en voz del Intendente del partido de Coronel Dorrego al periódico “La Nueva” de Bahía Blanca fueron que “estábamos convencidos de que algo no andaba bien” con el Censo 2010 y remarcó la urbanización Los Eucaliptos casi en el límite con Monte Hermoso sobre la Ruta 78 y el Balneario Marisol cuya población en crecimiento lo evidencian los últimos censos. A esto agregaríamos que el crecimiento no escapa a una de las características poblacionales de la Argentina que es el envejecimiento de su población en términos de mayor esperanza de vida que es una de las conclusiones más fuertes de los datos provisionales conocidos este verano.
Desde fines del siglo XX a la actualidad la evolución fue la siguiente: 1980: 18.661, 1991: 17.741, 2001: 16.522, 2010: 15.825 y 16.277 datos del Censo 2022.
La variación intercensal fue la siguiente: entre 1947 y 1960 tasa negativa de 3.30%, entre 1960 y 1970 – 1.43%, entre 1970 y 1980 – 10.44%, entre 1980 y 1991 – 4.96 % entre 1991 y 2001 – 6, 87, entre 2001 y 2010 – 4.21% y entre 2010 y 2022, luego de un largo período de tasas negativas, + 2.45%. (Fuente: Ecos de mi Ciudad). (27-02-23).