LA DORREGO

País hermoso, país de mierda

Los imaginarios colectivos detrás de la palabra "Argentina". El porteño es un ser querido. ¿El campo es producción y trabajo? Por qué el asado le baja un par de cambios a la polarización política.

Por Daniel Schteingart (*)

Tomate unos segundos y pensá en la siguiente pregunta: ¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando leés la palabra «Argentina»?

¿Y «porteño»?

¿Y «campo»?

¿Y «asado»?

Hace unas semanas hicimos estas preguntas en la Encuesta de Costumbres y Relaciones Sociales (ECRS), la cual fue respondida por más de 16.500 personas. Además de estas preguntas, la ECRS indaga sobre vínculos sociales, hábitos de consumo alimenticios, identidades políticas, gustos musicales y cinematográficos o rasgos de la personalidad. Y sí, como vamos a ver a continuación, la asociación libre que disparan las cuatro palabras mencionadas correlaciona (y mucho) con nuestras preferencias políticas.

Vale aclarar que, al igual que su antecesora (la Encuesta de Costumbres Argentinas, cuyos resultados hemos analizado acá ), la ECRS se llevó a cabo con un cuestionario online creado con la plataforma Google Forms y difundida por redes sociales. Por esta razón, la misma no es representativa (dado que, por ejemplo, la mayoría de los que respondieron son de clases medias y medias-altas) y sus resultados no pueden extrapolarse al conjunto de la población.

El mejor país de mierda del mundo entero

«Dícese de la patria, el hogar o la casa, donde conviven el amor y el odio, la decepción y la esperanza, el país de mierda y el mejor país del mundo.» Si armáramos un diccionario de la argentinidad, esa podría ser la entrada de la palabra «Argentina». Al menos eso surge de los resultados que tuvimos, y que pueden verse en la siguiente nube de palabras, en donde los términos más mencionados aparecen más grandes. Las palabras con connotación positiva aparecen en verde, las negativas en rojo y las neutras en celeste.

Nube de palabras asociadas con «Argentina»

Nota: en verde las palabras con connotación positiva, en rojo con negativa y en azul con connotación neutral.

Esta sopa de letras, colores, emociones y pensamientos está dividida en tres tercios bastante parejos. El tercio del «vaso lleno» y el orgullo nacional lo componen palabras como «patria» (la más mencionada de todas), junto con otras que aluden al sentido de pertenencia («casa», «hogar», «amor», «amigos», «familia», «raíces», «arraigo») y al optimismo («futuro», «oportunidad», «potencial», «esperanza»). El tercio del «vaso vacío» se nutre de palabras que aluden a nuestra inestabilidad endémica («crisis», «caos», «quilombo», «incertidumbre»), a la idea de un país que en algún momento se jodió («decadencia», «desaprovechada», «frustración», «fracaso», «decepción», «desilusión»), a los problemas que no logran resolverse («corrupción», «inflación», «pobreza», «desigualdad») o a que no tenemos arreglo («mierda», «inviable», «desastre»). Por último, el tercio «neutral» se compone de palabras que aluden a nuestros íconos gastronómicos («asado», «mate», «carne», «dulce de leche», «chori», «milanesa», «vino», «bife») y a nuestra vocación futbolera («Maradona», «Messi», «fútbol»).

Vayamos un poco más allá, y veamos cómo correlacionan estas palabras con nuestras preferencias políticas y con el poder adquisitivo. En el gráfico que se ve a continuación hay dos dimensiones. En el eje vertical tenemos un índice de poder adquisitivo (de 0 a 100), que surge de combinar indicadores tales como el nivel educativo, el tipo de cobertura médica, el gasto en vacaciones en el último año y la calidad del empleo. Así, una palabra que está arriba en el mapa tiende a ser más mencionada por personas de alto poder adquisitivo (alto nivel educativo, con prepaga/obra social, empleo de calidad y con alto gasto en vacaciones en el último año). Lo contrario ocurre con las palabras que están abajo.

Por su parte, el eje horizontal muestra la ideología (en términos de izquierda-derecha) de los que mencionaron cada palabra. Si el término se encuentra en la mitad derecha del gráfico, eso significa que tendió a ser más mencionado por votantes de Macri, Espert y Gómez Centurión. A la inversa, si vemos la palabra en la mitad izquierda, eso significa que fue relativamente más mencionada por los votantes de Fernández y Del Caño.

En general, la mayoría de las palabras con connotación peyorativa («decadencia», «corrupción», «inviable», «fracaso», «decepción», «desastre») son mencionadas por votantes de Macri, Gómez Centurión y, particularmente, Espert. Este dato es consistente con algo que analizamos en otra nota, y es que los votantes del candidato del Frente Despertar son, por lejos, los que más de acuerdo están con la idea de que «Argentina es un país de mierda».

Por su parte, la mayor parte de las palabras con connotación positiva se encuentra en la mitad izquierda del gráfico, es decir, son relativamente más mencionadas por votantes de Del Caño y, sobre todo, Fernández. Esto también es consistente con el hecho de que estas personas son las que rechazan la idea de que somos «un país de mierda». Las palabras negativas más mencionadas aluden a problemas sociales como «pobreza» y «desigualdad» más que a la «corrupción», el «desorden» o la idea de que tuvimos un pasado próspero que hoy no existe más («decadencia», «fracaso»).

Del análisis de las palabras neutras también se desprenden imaginarios colectivos. En los votantes del centro para la derecha se destacan «campo», «carne» o «Messi». Vale aclarar que estas personas valoran más el campo que los del kirchnerismo, comen más carne y quieren mucho más a Messi que a Maradona, quien es notoriamente más mencionado por varones peronistas-kirchneristas. Además de «Maradona», las palabras «Perón», «peronismo», «Cristina» o «política» aparecen claramente en la mitad izquierda del gráfico: se trata de términos mencionados más que nada por votantes de Fernández altamente politizados.

¿Qué palabras correlacionan con la clase social (eje vertical)? Dentro de los términos negativos, «decepción» y «fracaso» son los que más se asocian a votantes de alto poder adquisitivo, en tanto que -previsiblemente- «pobreza» con los más humildes. «Amigos» y «familia» son más mencionados por personas de alto poder adquisitivo, lo cual se explica por el hecho de que la densidad de los lazos sociales (el capital social) va de la mano con el capital cultural y económico (es decir, de las encuestas surge que las personas de mayor poder adquisitivo tienden a frecuentar más a sus amigos/familia que la media y es por ello que, por ejemplo, valoran más festividades como Navidad o Año Nuevo). Por último, «compleja» es un término particularmente mencionado por votantes fernandistas de alto poder adquisitivo y con gustos culturales de cierto status, como escuchar jazz.

La brillante reputación del porteño

Desde el clásico «unitarios y federales» hasta el más reciente «peronismo y antiperonismo», la existencia de visiones del mundo e intereses contrapuestos por parte de distintos grupos sociales ha sido un leitmotiv desde que Argentina se conformó como Estado-nación. Como bien sabemos, una de esas grandes grietas históricas ha tenido que ver con la relación entre la ciudad de Buenos Aires y las provincias.

En la encuesta preguntamos qué es lo primero que se te viene a la cabeza con la palabra «porteño». La respuesta está en la siguiente nube de palabras, con un veredicto más claro que el agua.

Nube de palabras asociadas con «Porteño»

Nota: hay seis colores en la nube de palabras. Verde: atributos positivos. Rojo: atributos negativos. Celeste: conceptos de clase/ideología. Naranja: conceptos relacionados con la ciudad. Violeta: conceptos neutros. Negro: conceptos con connotación política.

El 60% de las menciones son términos que aluden a aspectos negativos de la forma de ser del habitante de la Capital, y que se refieren particularmente a sus aires de superioridad frente al resto («agrandado», «soberbia», «creído», «engreído», «canchero», «fanfarrón», «altanero», «presumido», «sabelotodo», «pedante»), a la incapacidad para ponerse en el lugar de los compatriotas que no viven allí («egocéntrico», «ombligo», «egoísmo», «centralismo», «narcisismo», «autorreferencial», «burbuja») o a un carácter tan frenético como irrespetuoso e insistente («maleducado», «estrés», «acelerado», «insoportable», «prepotente», «infumable», «imbancable», «insufrible», «denso», «molesto», «pesado», «histérico», «gritón»). A eso le podemos sumar un 12% de menciones que enfatizan -más bien peyorativamente- la clase social del porteño estereotipo («cheto», «oligarca», «elite», «plata») o en la supuesta ideología del porteño tipo («facho», «unitario»).

Como es de esperar, hay importantes diferencias en las palabras utilizadas según donde viva el entrevistado. Quienes viven fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (sobre todo la gente del NOA, NEA y Cuyo), enfatizan más los aires de superioridad del porteño («soberbia» y sus sinónimos). Quienes residen en el conurbano, focalizan relativamente más en la clase social adinerada («cheto») del habitante del otro lado de la General Paz. Décadas y décadas de desigualdades de todo tipo (económicas, sociales, políticas), que se acumulan como capas geológicas, parecen estar por detrás de estos términos con tanta carga peyorativa.

En los habitantes de la ciudad de Buenos Aires la cosa es un poco diferente. El porcentaje de palabras con connotación negativa también es alto, pero bastante menor que quienes viven en el resto del territorio. En cambio, ganan protagonismo palabras con carga positiva («amigos», «identidad, «casa», «cultura») y, particularmente, que no aluden al «porteño» como persona, sino a características de la propia urbe («ciudad», «capital», «tango», «Buenos Aires», «puerto», «obelisco», «subte», «café», «taxi», «barrio»).

Por último, un dato de color. Una de las preguntas de la encuesta fue la siguiente: «Imaginá dos situaciones. En la primera, sabés que sos una persona que no dañó a nadie, pero tu entorno tiene mala opinión de vos. En la segunda, sabés que sos una persona que sí generó algún daño (del cual nadie se va a enterar), pero todo el mundo tiene buena opinión de vos. ¿Cuál de las dos situaciones preferís?»

El 70% de los respondentes eligió el mix «no haber dañado + mala reputación» pero, si consideramos a los habitantes de CABA, la correlación con «haber dañado pero tener buena reputación» es más fuerte que en cualquier otra parte del país. Se ve que esta preocupación por tener buena estima por parte de los porteños viene teniendo un éxito rotundo…

¿Un yuyito oligarca?

Consigna para el hogar: «tomate unos segundos y pensá cinco palabras que estén sobreideologizadas en el debate público argentino».

No sabemos cuáles elegiste, pero intuimos que es probable que «campo» haya sido una de ellas. Así como la tensión entre Buenos Aires y las provincias data desde el siglo XIX, la grieta en torno al campo ha atravesado la política argentina desde el peronismo de los ’40 hasta nuestros días.

¿Qué palabras son las que la gente más asoció con «campo»? Como se ve en la nube a continuación, hay términos de los más variopintos.

Nube de palabras asociadas con «Campo»

Nota: hay ocho colores en la nube de palabras. Verde claro: conceptos relacionados con la naturaleza. Verde oscuro: conceptos relacionados con lo rural. Celeste: atributos positivos. Rojo: atributos negativos. Naranja: conceptos neutros. Violeta: conceptos de connotación sociopolítica. Negro: conceptos con connotación económica. Púrpura: conceptos geográficos.

Las dos palabras más mencionadas son «vaca» y «soja», que aluden a actividades económicas nodales del sector primario, pero donde la mano humana está tácita. Cuando esta aparece, lo hace muchas veces con términos con connotación positiva («trabajo»; «trabajador», «abuelos», «laburante», «laburo», «esfuerzo») o menos emocionales y más «fríamente» economicistas («producción», «exportación», «agroexportador»).

Otra de las dimensiones del «campo» tiene que ver con su significado como «escape» de lo urbano y por un acercamiento a lo «natural». Términos como «verde», «aire», «espacio» o «abierto» muestran que para muchos habitantes citadinos «ir al campo» es sinónimo de alejarse del bullicio, el cemento y el enclaustramiento para recuperar las tan necesarias dosis de oxígeno. Palabras con explícita connotación positiva, como «paz» o «tranquilidad» se inscriben dentro de la misma lógica.

El «campo» también es representado por mucha gente como un terreno donde se dirime el conflicto social y la disputa por cómo se reparte la torta en un país donde los dólares necesarios para que la economía crezca los genera en su mayoría el agro. Cuando emerge la dimensión del conflicto distributivo, lo hace mayormente con sentimientos negativos («oligarquía», «explotación», «garca», «avaricia», «evasión», «egoísmo», «desigualdad»). El «campo como conflicto» no sólo se reduce a la faceta distributiva, sino también a lo ambiental, por medio de términos como «agrotóxicos» y «glifosato».

En este punto, es probable que el lector esté pensando qué preferencias electorales se encuentran detrás de las mencionadas terminologías. La respuesta a ello aparece en el gráfico a continuación, que debe ser leído del mismo modo que el que utilizamos para la palabra «Argentina».

Hagamo’ un asado, tomemo’ ferné

Hace unas semanas nos preguntábamos si existía algo que fuera una suerte de «pacto de la Moncloa» que permitiera, al menos en algún aspecto, cerrar la grieta política. La respuesta la encontramos en el helado de dulce de leche, un ícono de nuestra gastronomía, y que tantas discusiones nos valió con los hermanos uruguayos respecto de su calidad y autoría.

Si «Argentina», «porteño» o «campo» despiertan tantas divisiones, la cuarta y última asociación libre («asado») genera, al igual que el dulce de leche, un consenso notorio. Alrededor del 60% de las palabras utilizadas para referirse al asado tienen una connotación positiva. Algunas de ellas muestran la dimensión social del asado («amigos», «familia», «juntada», «encuentro», «compartir») y otras el bienestar individual que genera («rico», «placer», «disfrute», «felicidad»). En contraste, menos del 7% de las menciones se refiere al asado en términos peyorativos (con palabras como «muerte», «asco», «macho» o «macrisis», por ejemplo), mientras que el tercio restante se compone de palabras neutras (como «carne», «chori», «vino» o «fernet»).

Nube de palabras asociadas con «Asado»

Nota: hay seis colores en la nube de palabras, a partir de si la palabra remite a algo directamente social (o no) y a si la connotación es positiva, neutra o negativa. Verde: social-positivo. Violeta: social-neutro. Negro: social-negativo. Naranja: no social-positivo. Azul: no social-neutro. Rojo: no social-negativo.

Estamos a horas de conocer al ganador de unas elecciones que definirán el futuro de una Argentina en severa crisis y polarizada. ¿Será posible que dentro de cuatro años, cuando volvamos a elegir presidente, las situaciones sociales del «compartir más allá de las diferencias» sean más frecuentes de lo que son hoy actualmente? Imposible saberlo hoy. Pero sí sabemos una cosa. Cuando en unas semanas estemos brindando en las fiestas, muchos pediremos deseos para el 2020 que se avecina. Nosotros ya tenemos el nuestro: que vuelva el asadito.

[1] En la Encuesta de Preferencias Políticas que hicimos antes de las PASO, los votantes de Fernández fueron los que más de acuerdo estuvieron con la idea de que «es imposible que Argentina se desarrolle sin industria nacional».

(*) Nota escrita en www.cenital.com

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