LA DORREGO

Ecuador: los filosos dientes del delfín rebelde

El presidente Lenín Moreno decretó el Estado de Excepción y la militarización de las ciudades en respuesta a las movilizaciones contra el paquete de ajuste acordado con el FMI.

POR LETICIA MARTÍNEZ (*)

Sin transporte, sin clases, autopistas bloqueadas, saqueos a comercios, cientos de policías en las calles y más de 300 manifestantes detenidos. Así se encuentra Ecuador, luego de que el presidente, Lenín Moreno, anunciara la implementación de un paquete de medidas económicas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La postal del país de hoy despierta los peores recuerdos de la crisis financiera desatada en territorio ecuatoriano durante el gobierno de Jamil Mahuad en 1999, que tuvo notables similitudes a la de 2001 en Argentina.

¿Qué pasó?

Esta semana el presidente Moreno, quien supo ser delfín político de Rafael Correa, anunció un paquete de medidas económicas acordadas con el FMI, que generaron el rechazo de parte de la sociedad. El mandatario había recurrido al organismo internacional en febrero pasado para pedir un préstamo de cuatro mil doscientos millones de dólares, junto a otros préstamos por casi seis mil millones del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Como siempre con estos acuerdos, llegaron después las exigencias del Fondo, y en ese marco, el mandatario anunció medidas que incluyen una reforma laboral, quita de subsidios y modificaciones tributarias.

Una de las medidas anunciadas es la quita de subsidios a los combustibles, que generó una suba de los precios de las naftas. La iniciativa provocó la ira de los transportistas, que comenzaron con una serie de paros en rechazo al anuncio, a los que luego se sumaron las organizaciones campesinas, para derivar en masivas movilizaciones de la sociedad ecuatoriana.

Desde el jueves comenzó a regir la medida, por la cual el Estado espera ahorrar alrededor de 1300 millones de dólares, y que llevó el precio del galón de diésel (casi 4 litros) de 1,03 dólares a 2,27 y la gasolina extra que es la que más se consume, de 1,85 a 2,30 dólares.

Con la quita de subsidios a los combustibles, que se implementaba desde hace 47 años, Ecuador continúa con una de las tarifas más bajas en naftas de la región, detrás de Venezuela y Bolivia. Un dato no menor en este contexto es que el país latinoamericano es uno de los principales productores de petróleo del mundo, y esta semana anunció que en el 2020 se retirará de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP). ¿El argumento oficial? que la salida se debía a una cuestión de «sostenibilidad fiscal».

Ecuador se vio perjudicado por la caída de los precios del petróleo durante los últimos años. (actualmente el barril ronda los 60 dólares desde máximos muy por encima de los 100), y por los constreñimientos de la dolarización vigente desde fines de la década del ’90, que se mantuvo incluso durante los gobiernos de Correa, que impide recursos como emitir o devaluar la moneda frente a una modificación de las condiciones externas, mientras se eleva el peso de los servicios de la deuda externa.

En rechazo al «paquetazo», como se lo conoce, miles de ecuatorianos salieron a las calles a manifestarse, especialmente en Quito y Guayaquil, las dos ciudades más importantes del país. Las movilizaciones terminaron en enfrentamientos con fuerzas de seguridad y saqueos en algunos comercios. En medio del caos social, Moreno salió a cuestionar a quienes se movilizaron y decretó el Estado de Excepción, por el cual el gobierno limita, por ejemplo, la libre circulación de las personas y tiene plena disposición de las Fuerzas Armadas para actuar en la represión interna.

¿La historia se repite?

«Ecuador vive una repetición de lo que pasó en el ’99, que es la implementación de un modelo de ajuste económico que recae en el más pobre, en la clase media, y donde se benefician los más ricos, la banca nacional e internacional y el que paga la deuda es el pueblo ecuatoriano», explica en diálogo con Cenital el consultor y analista internacional, Amauri Chamorro, cercano a Rafael Correa, al recordar la crisis durante el gobierno de Mahuad, el mandatario que dolarizó la economía ecuatoriana y que dejó una tasa de pobreza del 60%.

En 1999 Ecuador vivió una crisis financiera que tiene algunos puntos de contacto con la de Argentina en el gobierno de Fernando De la Rúa: endeudamiento internacional, confiscación de ahorro de la población, caos social, estado de sitio y cambio de presidente. Curiosamente, ambos gobiernos coincidieron también en el recurso al Fondo Monetario Internacional ante la aparición de problemas de solvencia.

El delfín

Lenín Moreno fue vicepresidente de Rafael Correa durante seis de los diez años que estuvo en el gobierno y llegó a la presidencia en el 2017 de la mano de Correa. Pese a haberse presentado como la opción de continuidad del Partido Alianza País, apenas asumió comenzó a enfrentar a la gestión de la que había sido parte.

A pocos meses de haber asumido, Moreno promovió un plebiscito para modificar la Constitución y que ningún ex presidente pueda asumir un tercer mandato, tirando por la borda la intención de Correa de volver a presentarse en elecciones. Actualmente pesa una orden de arresto sobre el ex mandatario, quien vive en Bélgica, acusado de liderar una «red ilegal» para obtener ganancias de las empresas estatales, aunque son varios los cuestionamientos sobre los supuestas pruebas para mantener la acusación.

El mes pasado se conoció un cuaderno, en el cual una funcionaria de gobierno registraba los supuestos pagos de empresarios a funcionarios estatales. Una repetición casi textual de la causa generada a partir de las fotocopias de los cuadernos de Oscar Centeno en Argentina. Sin embargo, apenas realizadas las primeras investigaciones, salieron a la luz una serie de irregularidades, como que el escrito había sido realizado este mismo año, y algunos años no coincidían.

Moreno avanzó también contra su propio vicepresidente, Jorge Glass, quien está preso desde hace dos años, acusado en el marco de la causa Odebrecht, y quien denunció persecución política por parte del presidente. Por otro lado, mientras Correa hizo una bandera durante su mandato del asilo otorgado a Julian Assanse en la Embajada ecuatoriana en el Reino Unido, Moreno se encargó de quitarle la condición de asilado, por lo que el fundador de Wikileaks fue detenido.

«Moreno actuaba como si fuera la continuidad de la Revolución Ciudadana, hasta decía en los medios que Correa era el mandatario ecuatoriano más grande de todos los tiempos, no puede ser que haya cambiado de la noche a la mañana. Cuando gana inmediatamente rompe con todos los acuerdos, entrega a Assange, comienza a definir la política económica en base a los bancos. Tenía todo planificado. No es un traidor, es un infiltrado», asegura Chamorro acerca de lo que pasó con el actual presidente, ex aliado de Correa.

Sin marcha atrás

Las violentas movilizaciones y la declaración del Estado de Excepción acapararon los titulares de los medios de todo el mundo, que se mantuvieron expectantes de cómo se desarrollaba el conflicto que dejó un saldo de 350 detenidos. Los manifestantes pedían que Moreno de marcha atrás con las medidas anunciadas. Lejos de eso, el mandatario los trató de «golpistas» y ratificó su intención de continuar con el programa de ajuste.

«Mi presencia acá es para evitar que aquellos que saquearon el país, sigan saqueando desde otras instancias. A esos golpistas, Ecuador les está diciendo no», sostuvo el mandatario, luego de trasladarse de la Casa de Gobierno en Quito a la ciudad de Guayaquil. Según informaron el traslado se realizó para acompañar a las Fuerzas Armadas, aunque desde la oposición sostienen que tuvo que ver con el temor a las movilizaciones que se desarrollaban cerca del Palacio de Carondelet.

La declaración del Estado de Excepción es por 60 días. A dos días de la implementación de la medida que provocó las masivas movilizaciones, los sindicatos y organizaciones campesinas advirtieron que continuarán con las protestas, mientras que Lenín Moreno reiteró que no dará marcha atrás y que continuarán los arrestos, aunque abrió la puerta a dialogar con los transportistas, que anunciaron el final de las paralizaciones.

Con la memoria de los conflictos sociales que en Ecuador trajeron siempre mayor pobreza e inestabilidad política, el antiguo delfín de la Revolución Ciudadana apuesta a escribir una versión de esa historia, que, como nunca, termine en paz y estabilidad.

(*) NOTA ESCRITA EN WWW.CENITAL.COM

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