Es una práctica que se extendió acompañada por el efecto multiplicador de las redes sociales. No importa que el motivo resulte difícil de explicar. Se trata de “el último primer día”, en el que los estudiantes secundarios que ingresan al tramo final del ciclo deciden pasar toda la noche despiertos en “previas”, reuniones entre compañeros o fiestas para luego asistir a clases sin dormir.
¿Qué alcance tiene esta novedosa modalidad adolescente? Entre la noche de ayer domingo y las primeras horas de hoy, decenas de jóvenes que cursan el último antes de egresar de la escuela media coparon calles y plazas. El despliegue de color, griterío y bombos y platillos sorprendió a los vecinos.
La celebración no tiene reglas establecidas. Las posibilidades son variadas: encuentros de compañeros en la casa de algún voluntario; “juntadas” en un parque o espacio público; festejo en confiterías, pubs o boliches. Cada grupo definió –a través de los contactos por Facebook o Twitter– el lugar y el formato.
Ya de madrugada, las promociones de futuros egresados se congregaron en las esquinas y en las cercanías de los colegios, y se prepararon para ingresar a las aulas, para pasar “el último primer día de clases”.
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